Sobre la historia y la estética de la imagen digital
Peter Weibel
Probablemente el acontecimiento más significativo desde la misma invención de la imagen sea el cambio en la concepción humana de la imagen provocado por el advenimiento de la imagen digital. Por tajante y decisivo que esto pueda resultar, la historia de la imagen ya había preparado el terreno para ello.
Si aceptamos que la principal distinción entre la imagen tradicional y la digital es que la forma clásica de la representación es analógica en otras palabras, que sigue los principios de la similitud, la congruencia y la continuidad y que la forma electrónica de la representación es digital es decir, usa los elementos más pequeños, discontinuos y no homogéneos entonces podemos situar el punto de partida de estas reflexiones sobre este tema en los movimientos artísticos que estimularon la ruptura en la concepción tradicional de la imagen. Esto se extiende desde la insurrección de lo abstracto a inicios del siglo XX hasta el arte cinético.
Al aceptar esta distinción (del concepto arte digital evoluciona dialécticamente el concepto arte analógico, que por definición no significa otra cosa que el arte clásico), debemos pasar por alto ciertas incongruencias filosóficas. Como por ejemplo, el hecho de que hay, por supuesto, elementos analógicos en el arte digital y elementos digitales en el arte analógico, puesto que en último análisis, cualquier proceso analógico continuo puede reducirse a pequeños pedazos discontinuos; de la misma manera que una línea continua puede construirse a partir de puntos discontinuos. En este último caso, la distancia entre los puntos adyacentes es tan pequeña que el ojo humano ya no puede detectarla. Esto despierta la ilusión de una línea continua, cuando de hecho la distancia sí existe numéricamente y puede representarse. El arte digital hace precisamente eso: permite que los procesos de naturaleza analógica se representen digitalmente.
Arte Algorítmico. De Cezane a La Computadora organizado por UNESCO y MECAD/ESDi (2004)
Probablemente el acontecimiento más significativo desde la misma invención de la imagen sea el cambio en la concepción humana de la imagen provocado por el advenimiento de la imagen digital. Por tajante y decisivo que esto pueda resultar, la historia de la imagen ya había preparado el terreno para ello.
Si aceptamos que la principal distinción entre la imagen tradicional y la digital es que la forma clásica de la representación es analógica en otras palabras, que sigue los principios de la similitud, la congruencia y la continuidad y que la forma electrónica de la representación es digital es decir, usa los elementos más pequeños, discontinuos y no homogéneos entonces podemos situar el punto de partida de estas reflexiones sobre este tema en los movimientos artísticos que estimularon la ruptura en la concepción tradicional de la imagen. Esto se extiende desde la insurrección de lo abstracto a inicios del siglo XX hasta el arte cinético.
Al aceptar esta distinción (del concepto arte digital evoluciona dialécticamente el concepto arte analógico, que por definición no significa otra cosa que el arte clásico), debemos pasar por alto ciertas incongruencias filosóficas. Como por ejemplo, el hecho de que hay, por supuesto, elementos analógicos en el arte digital y elementos digitales en el arte analógico, puesto que en último análisis, cualquier proceso analógico continuo puede reducirse a pequeños pedazos discontinuos; de la misma manera que una línea continua puede construirse a partir de puntos discontinuos. En este último caso, la distancia entre los puntos adyacentes es tan pequeña que el ojo humano ya no puede detectarla. Esto despierta la ilusión de una línea continua, cuando de hecho la distancia sí existe numéricamente y puede representarse. El arte digital hace precisamente eso: permite que los procesos de naturaleza analógica se representen digitalmente.
Arte Algorítmico. De Cezane a La Computadora organizado por UNESCO y MECAD/ESDi (2004)
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