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Poligrafía Binaria

Procedimientos digitales artísticos

González Gómez de Aranda, Serafín Puyol Cuesta, Pablo Rodríguez Polo, Estrella

La irrupción de la informática en nuestra vida cotidiana ha influido de modo determinante en todos sus aspectos, incluida por supuesto nuestra cultura. La manipulación y tratamiento de información, más concretamente de imágenes, abre una nueva puerta a la experimentación y a la creación de objetos y discursos artísticos que, sin duda, son actualidad en los circuitos contemporáneos y en otros ámbitos de nuestra sociedad, como la publicidad, el diseño o el cine.
El propósito de éste trabajo es realizar una visión general de los medios, procedimientos y materiales que constituyen los sistemas digitales artísticos, abarcando los métodos de creación, manipulación y salida a soporte físico y, en última instancia, especificar cuales son las posibles combinaciones con los materiales tradicionales.

ÍNDICE

1.- INTRODUCCIÓN AL MUNDO DIGITAL
1.1.- ASPECTOS BÁSICOS DE LA ERA DIGITAL
1.2.- DÍGITOS. UNIDADES DEL SISTEMA
1.3.- PROCESAMIENTO DE LA INFORMACIÓN
2.- HARDWARE; ÚTILES DE TRABAJO
2.1- PERIFERICOS
Escáneres planos
Escáneres de transparencias
Escáneres de tambor
Escáneres de mano
Cámaras de vídeo
La cámara digital
3.- TÉCNICAS DE PROCESAMIENTO DE LA IMAGEN
3.1.- CREACIÓN Y EDICIÓN
3.1.1.- CLASIFICACIÓN DEL SOFTWARE
a) IMAGEN BITMAP
b) GRÁFICO VECTORIAL
c) MUNDO 3D
3.2.- CAPTURA. DISPOSITIVOS DE ENTRADA
CAPTURA
a) Captura “completa” sobre la superficie única de CCD
b) Captura de “barrido
FORMATOS COMUNES
TRATAMIENTO BÁSICO
4.- SALIDA
4.1.- SISTEMAS DE IMPRESIÓN DIGITAL
a) INYECCIÓN DE TINTA
b) GICLEE
c) DIGITOGRAPH
d) REPLIGRAPH
e) IMPRESIÓN POR TRANSFERENCIA DE PIGMENTOS
f) LUMINAGE TM
g) CHROMAPRESS
h) COLORSPAN
i) ARTAGRAPH
j) SISTEMAS DIGITALES FOTOGRÁFICOS (LAMBDA y DIGITAL LAB
K) OFFSET Y HUECOGRABADO
4.2 - TINTAS Y PERMANENCIA DE LOS COLORES
CARACTERÍSTICAS
DURABILIDAD
4.3.- SOPORTES
PAPELES
a) Papeles de Artes Gráficas
b) Papeles para Impresiones Digitales
PLÁSTICOS
OTROS MATERIALES
4.4.- ACABADOS Y MANIPULADOS
5.- CONCLUSIÓN
6.- BIBLIOGRAFÍA

Gómez Valverde, Raúl
González Gómez de Aranda, Serafín
Puyol Cuesta, Pablo
Rodríguez Polo, Estrella

La Huella Electrográfica.- Topografías-Toponimias.

Jesús Pastor

Suele atribuirse a la fotografía la condición imaginante que desata los mecanismos
de proyección y asociación del sujeto fijando sobre un papel de dos dimensiones alusiones mentales en base a una iconografía que revela lecturas narrativas de lo real. El recuerdo virtual como enlace entre asociaciones permite la avocación, no exenta de represión
y censura, al estar ligada a la afectividad. Pero cuando la avocación no es sólo espejismo, sino memoria y recuerdo, va siempre ligada a la acción del pensamiento. La elevada iconicidad de la fotografía sirve como talismán catalizador para, en un primer momento, aunarse al suceso, luego sustituirle y testificarle y, finalmente, ofertar al sujeto la sublimación, el instinto, la sensación, la inhibición, la conciencia o la manipulación.

Valga lo dicho para establecer referencias respecto de ciertas cuestiones estructurales y connotativas de la electrografía. Si bien la fotografía puede en alguno de sus relatos leerse en conexión con mecanismos de la memoria, sin saber muy bien como precisar la amplitud del concepto, la electrografía limita drásticamente los aspectos referenciales con la realidad objetivada, desplazando las alusiones hacia terrenos más gráficos que representativos.
El valor dado a la fotografía como documentos parece el aval que certifica la validez de los sucesos reales, lo que da pie a la falsificación de la imagen fotográfica en aras de la modificación de la historia, tal como algunas falsificaciones célebres lo corroboran. La fotocopia, sin embargo, carece de la condición testifical, a nadie se le ocurriría dar valor notarial a una copia electrográfica, a lo mas, su homologación dependería de la existencia de otro documento, una fotografía que identificara la copia como tal. El suceso, el fotógrafo y la cámara como factor técnico aparentemente no implicado, garantizan la fotografía como reflejo real de lo real. En cambio la electrografía basa gran parte de sus creaciones en la imagen icónica fotográfica, convirtiéndolas en una mirada de segundo orden sobre el suceso.

La fotografía capta, con apariencia aséptica, la historia. La electrografía reproduce
el documento del suceso. No existe electrografía de reportaje. Los aspectos distintos de ambos medios entrañan concepciones diferenciadas en la captación, reproducción y creación de imágenes. El tiempo es intrínseco a la fotografía, siempre en pasado, desde una concepción lineal y pensado como historia del suceso así como la representación icónica del contexto y la luz descubriendo profundidades y volúmenes completan la ilusión. Sin estar muy claros los porqués, parece, sin embargo, que el color no forma parte mas que lateralmente de la seducción y es la abstracción del blanco y negro lo que más visos de convicción muestra.
La electrografía, en cambio, en la aprehensión de lo real cuenta con una sola iluminación artificial y con una superficie porta-originales que sólo atrapa lo que se sitúa encima y aun con drásticos limites de tamaño y peso, con lo cual, el tiempo como historia no existe, al no ser posible el contexto ni el suceso. Nos encontramos pues, con una reproducción icónica descontextualizada e luminada lateralmente de forma artificial. Nos encontramos con la respuesta a una escenografía realizada en un plano frente a la respuesta a una escena compuesta en un espacio.

Se podría establecer que las formas de representación icónica entre la imagen fotográfica y la electrográfica con contrapuestas en muchos sentidos. Si bien la primera es contextual, histórica, posible en un espacio, indiscriminada en sus detalles y codificada por la perspectiva cónica, la segunda carece de contexto, sucede en un espacio, es ahistórica, es analítica y sobre todo la forma de representación es topográfica. Los grados de iconicidad entre ambas son también diferentes en la medida que la electrografía se aleja mas de la convicción naturalista de la fotografía por su mayor carácter gráfico.
La electrografía puede pensarse como un proceso técnico de carácter nalíticotopográfico que actúa sobre una limitada selección de objetos reales o sobre documentos ya sean icónicos o simbólicos.
La mentalidad que subyace a este planteamiento considera la fotografía como elemento base sobre el que intervenir, como documento sobre el que trabajar modificando su sentido primero.
La relación entre electrografía y fotografía se situaría en un amplio campo en el que la significación social, simbólica o expresiva de la fotografía no sólo es mostrada como tal sino que se toma como lugar de cruce con otras actitudes, procedimientos o lenguajes artísticos. Y aun, desde una concepción mas generosa, por lo tanto mas débil, el marco referencial se ampliaría hasta aquellas formas creativas que acceden a una historicidad, mas o menos lejana, en forma de documento, más o menos objetivado, como son los textos, reproducciones gráficas, crónicas o imágenes. En la actualidad las fotocopiadoras son en su mayoría digitales, su uso comporta incrustarse de lleno en el enfrentamiento entre lo analógico y lo digital, entre la analogía de la fotografía y la digitalización de la electrografía, tomado el debate no sólo desde el sesgo fomal-sintáctica, sino en la pre-visión del resultado mediante la traducción de la acción a ordenes operativas dadas en las techas de la maquinaria utilizada.

Andreas Muller-Phole, director de la revista European Photography llegaba a plantear la cuestión en términos de colonización de lo digital sobre la materia rima de la fotografía, pronosticando la muerte de la fotografía debido a lo que él denominaba “muerte tecnológica” (1).
La relación inevitable entre la fotografía y la electrografía como concreción de la polémica más amplia entre lo analógico y lo digital induce a la reflexión de dos aspectos comunes a ambas, como son las cuestiones de la identidad y de la credibilidad. ¿Qué sucede cuando una fotografía es fotocopiada o resuelta en cibacrome?. ¿Qué cambios se producen cuando una fotografía es escaneada, tratada en pantalla y finalmente impresa en una fotocopiadora o en una impresora de burbujas, todo ello conectado con cable?.

¿Qué efecto produce el positivado de un negativo realizado en una fotocopiadora en fragmentos de Din A4?. ¿Cómo modifican los ruidos visuales de la electrografía la sintaxis de conformación formal de la fotografía? o, quizás también, ¿qué valor añadido adquiere la fotografía tomada en el lugar del suceso y transmitida seguidamente vía satélite a los faxes de las agencias de noticias o las redacciones de los periódicos.?.

El otro efecto del enfrentamiento ó del hermanamiento de la fotografía y la electrografía digital y, todavía mas, con las tecnologías de tratamiento de imagen, es el cuestionamiento de la credibilidad de la misma, si bien esta había sido ya cuestionada casi en el mismo nacimiento de la fotografía. Pero es con la aparición de lo digital cuando la capacidad de tratamiento, modificación o falsificación adquiere una potencia verdaderamente notable. Se ha llegado al punto de que algunos fotógrafos nieguen vehementemente el maridaje entre ambas. Tomás Manrique, abordando la cuestión relativa a las nuevas tecnologías, ante la pregunta “¿A quién se le ha ocurrido emparentarlas con la fotografía?”, responde: “Si se empeñan en meter a todos en el mismo saco llegará un momento en el que el auténtico fotógrafo se considerará así mismo como una reliquia.”

(2)
Tampoco faltan defensores de posiciones distintas como la del fotógrafo Gregory Heisler: “La creación de imágenes por medios digitales brinda mayor flexibilidad y es más controlable que por los métodos tradicionales de fotomontaje en cuarto oscuro.”
(3).
Lo que, en el fondo, late entre ambas declaraciones son dos ideas distintas de la fotografía, una define la imagen como captura, encuentro, hallazgo o aprehensión. La otra como puesta en escena, montaje, tratamiento o manipulación. Es en esta última donde situamos la electrografía como una de las estrategias de desplazamiento respecto a la imagen de origen fotográfico.
Las creaciones electrográficas, a lo largo de su corta historia, han dado lugar a un tipo de imaginería fácilmente identificable por sus rasgos gráficos, umbral de definición, tipo específico de pigmentación, unificación del soporte a tamaños estándar (aunque existen procesos de transferencia que permiten reportarla a muy diferentes superficies), erosión de las masas, restricción del tono continuo, o aumento de contraste. Identificable, también es el modo estructural de construir la imagen en los barridos, en la manera de iluminar los objetos, en la forma de plasmar el cuerpo humano y el rostro, o en la posibilidad de realizar montajes y superposiciones. Siempre desde la referencia de la imagen creativa, la electrografía gira, como otras estrategias de otros lenguajes, hacia desplazamientos de tipo estético, social-político, o tecnológico. Pero, quizás en la actualidad, sean los descentramientos tecnológicos y social-político los mas determinantes en las creaciones electrográficas; el tecnológico por lavariedad de resultados obtenidos en una cadena de medios que une fotografía analógica, fotografía digital, video, escáneres, programas de software, pantallas, impresoras
electrográficas, impresoras de burbujas, filmadoras, etc.; el social-político desde na posición crítica merced a la capacidad de circulación de la imagen, por su normalidad, por su facilidad de uso, por la importancia de conformación de y en la información frente a los objetos, por la capacidad de difusión en los canales de los medias y por la instantaneidad en la transmisión de las señales.
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NOTAS
1.- MULLER-PHOLE, Andreas: “De Photographic Dimensions”, Conferencia pronunciada en el curso “La fotografía en el arte contemporáneo”, Facultad de Periodismo de Santiago de Compostela. 6 Septiembre 1994. (Director de European Photography ).

2.- LORENZO, Asunción: “Entrevista a Tomás Manrique”, ON/OF , Nº 30, Madrid, 1994, pág.34.

3.- ”Gregory Heisler”, Fotografía Internacional , Nº 1, Eastman Kodak Company Ed. ,Rochester, 1993, p.s/n.

IMÁGENES SUGERIDAS PARA EL TEXTO
1- Fotografía de reportaje de Juan Antonio Rodríguez.
2- Xilografía de reportaje tomada de La Ilustración española y Americana. Puede
ser también una xilografía de la misma revista pero tomada de un cuadro.
3- Imagen de Sherrie Levine de la serie Deconstrucción de Vives Klein.
4- Obra electrográfica de un “bodegón”. Puede ser el guante de Les Levine de la 1ª muestra electrográfica. Puede ser de Arnold, de F. Jhon, la mano de Boissonet,
una de Castagnoli, de Firpo, de Christensen o bien de otro artista.
5- Obra de marcado contenido social o político. Puede ser una serie de sellos, un calleja, una performance, un cuerpo en la fotocopiadora, una transferencia a plástico de la canadiense, etc.
6- Una obra de tipo superficies de Duran, de Mathieut, el Xerox Book, la portada de W:Benjamín.
7- Una obra de un retrato fotográfico manipulada con electrografía. Puede ser de Charboneau, el retrato de Munari echo por él, o bien otra imagen de otro artista.

Nota para Ramón: Estas son solo sugerencias, podemos hablarlas y en tu mano dejo sustituir alguna de ellas por otras mas modernas o por otras que interesen mas.

“PHOTOVISION”
REVISTA DE FOTOGRAFÍA
”Huellas.- De la memoria atrapada”.

Jesús Pastor

Centro de Investigación y Desarrollo de la Estampa Digital

Javier Blas Benito

La pre-historia digital en España

A mediados de los noventa del pasado siglo, es decir hace apenas seis años -una eternidad desde la perspectiva de la implantación y desarrollo de las tecnologías digitales en el país-, el ingeniero y pintor Manuel Franquelo insistía en las interesantes potencialidades de los sistemas electrónicos para producir y manipular imágenes. El desolado nivel de desarrollo de los procedimientos digitales en el campo de la creación artística dentro del panorama nacional había empujado a Franquelo a buscar soluciones fuera del país.

En Londres conoció a Adam Lowe y comenzó a trabajar en su taller de Crosby Row, Permaprint. Franquelo encontró en Lowe -artista de impetuosa energía creadora y extraordinario técnico- un permeable y bien dispuesto receptor de sus inquietudes. La carencia en Madrid de talleres de impresión digital similares al británico Permaprint condujeron a Manuel Franquelo a proponer a Juan Carrete, entonces responsable de la Calcografía Nacional, la creación de un centro dedicado a la investigación sobre las nuevas tecnologías aplicadas al arte gráfico y la formación de artistas en sistemas alternativos de generación de imágenes. La dimensión intelectual de Juan Carrete, su intuición y su inequívoca implicación en la difusión del arte gráfico contemporáneo hicieron de él un entusiasta defensor del proyecto.

El alba digital en nuestro país

Así pues, la creación de un centro dedicado a la estampa digital iba a convertirse en uno de los objetivos prioritarios de la Calcografía Nacional. En septiembre del año 2000 la Calcografía puso en marcha un taller piloto de estampa digital con una infraestructura básica. Ese taller piloto, base para el definitivo Centro de Investigación y Desarrollo de la Estampa Digital, se concretó a partir de un proyecto incluido en el Programa de Acciones Especiales y Acciones de Política Científica del entonces Ministerio de Educación y Cultura. Desde su inicio, los objetivos del proyecto se orientaron básicamente hacia la investigación y a cubrir manifiestas carencias de centros de estampa digital dotados de apoyo y cobertura institucional.

La producción de estampas digitales está todavía sujeta a limitaciones tecnológicas. El elevado coste del proceso, inabordable para la mayoría de los artistas, dificulta la generalización de los procesos digitales. Ante tal situación, la Calcografía Nacional se propuso dar a las nuevas técnicas una atención preferente; ir mas allá en la investigación y el desarrollo del arte gráfico digital, permitiendo al artista experimentar con recursos alternativos. El propósito del Centro I+D de la Estampa Digital es la incorporación del amplio abanico de procedimientos gráficos -mecánicos, químicos y digitales- en la concepción de métodos innovadores desarrollados en proyectos específicos dirigidos por artistas. Está concebido como un espacio de convergencia entre la investigación teórica y la práctica artística, entre los métodos tradicionales de estampación y los más avanzados sistemas generativos.

Procesar, almacenar, localizar

Hay que procesar grandes cantidades de información visual y almacenadas de tal manera que puedan ser localizadas fácilmente y manipuladas con eficacia. De acuerdo con esos parámetros el Centro I+D de la Estampa Digital está interesado en las siguientes opciones:

 •Transformación y mediación de información visual.
 •Producción de imágenes tridimensionales.
 •Creación de estampas híbridas obtenidas de la combinación de fotografía táctil e impresión de color permanente.
 •Producción de facsímiles en dos y tres dimensiones, destinados a favorecer la conservación de obras de arte singulares en las colecciones de los museos.
 •Desarrollo de nuevos medios sinestésicos.

Objetivos fundamentales del Centro son también la formación de los artistas en el conocimiento y uso de los nuevos equipos y aplicaciones, así como la colaboración con galerías y museos en proyectos de conservación.

La preservación de las obras de arte custodiadas en colecciones públicas y privadas es un aspecto del máximo interés al que la tecnología digital puede aportar soluciones. Entre dichas soluciones la más inmediata es la reproducción facsímil, con un máximo de fidelidad al original, de obras en dos y tres dimensiones.

Gráfica Tradicional y Tecnología. Anacronismo vs. Actualidad

Manuel Zabala Alonso

La gráfica tradicional es un anacronismo. La tecnología con uno de sus tentáculos, la gráfica digital, hace parecer a los artistas e impresores dedicados al grabado y a la litografía como auténticos hombre de Altamira. Los procesos técnicos empleados por ellos, comparados con el desarrollo tecnológico aplicado en la gráfica digital, son abismalmente retrasados y con una evolución apenas sensible. Es más, incluso la fotografía análoga es un anacronismo que está siendo desplazado por la fotografía digital.

Sin embargo, la gráfica tradicional tiene su vigencia en nuestro tiempo por diversos factores. Algunos de los más importantes son: el mercado del arte, el valor inigualable de la factura artesanal, el control del tiraje, la perfección de oficios centenarios y la huella indeleble del talento de los propios artistas, reflejada de manera directa en una obra realizada en madera, metal o piedra, con su resultado serial en papel.
El mercado sigue privilegiando la obra tradicional, por encima de la obra de los artistas que usamos nuevas tecnologías. La razón es que el mercado está apuntalado en el principio de la autenticidad y control del número de obra, que permite subir el precio conforme el autor se cotiza día con día. La tecnología, en cambio, ofrece una democratización de las estéticas y de los medios, haciendo que las obras sean más accesibles en su realización y su proceso. El mercado premia de manera constante el talento de los artistas, así como el grado de perfección de los oficios del grabado y de la litografía, que se ven reflejados en las obras que se han producido a lo largo de los siglos: se convierten en una plusvalía indiscutible entre galerías y coleccionistas. Igualmente el calor, sentimiento, expresión y toque humano que se imprime en una obra de gráfica tradicional es otro de los factores que compra la sociedad. Ya que frente a lo avasallador del mundo tecnológico, busca alternativas con el sello de la mano del hombre.

Los avances en cuanto a investigación en el grabado y la litografía son un hecho. Hoy no son los mismos barnices, ni los mismos químicos, ni los mismos papeles que se usaban en la antigüedad. La litografía tiene hoy otros recursos, como el uso de las láminas de aluminio, así como el transfer fotográfico y otros elementos. E igualmente, ahora existen químicos que ayudan a la corrosión casi perfecta de acuerdo a los trazos e imaginación de los artistas en las placas de grabado. Sin embrago, este proceso es prácticamente insignificante en relación a lo que la sociedad ha avanzado en materia tecnológica. Baste citar que en la actualidad, con tan sólo apretar un botón, el mundo se abre ante los ojos del espectador.

Aún cuando la riqueza y calidez del grabado y la litografía siguen siendo campeonas en el mercado del arte, frente a lo que se realiza en medios electrónicos; tampoco se pueden dejar de señalar sus limitaciones frente a lo digital. Por tan solo mencionar una, se puede citar el problema de la dimensión de las obras. Una litografía no puede ser monumental jamás. El grabado tiene un carácter íntimo con las dimensiones de la platina de un tórculo, que contrasta de manera brutal con lo que puede ofrecer un plotter con ancho de un metro y medio y largo de más de 45 metros.
La gráfica tradicional ha ofrecido herramientas y recursos similares durante siglos, que hacen del manejo de la imagen un campo limitado. En cambio, el desarrollo de la misma en el área digital se puede decir que es ilimitado, sólo la imaginación es el limite. Los programas que se utilizan para la creación de imágenes en el área de las computadoras tienen las mismas herramientas que el grabado y la litografía. Desde un photoshop se pueden llamar a la pantalla, obviamente de manera virtual: buriles, pinceles y lápices; aguadas, transparencias, tramas, esfumados o efectos de ruleta.
Los resultados de todo esto se ven reflejados en las salidas electrónicas o en las transferencias a placas que después pasarán por tórculos y prensa.

Finalmente, los programas de computación son los conocimientos del hombre asimilados para su uso en la pantalla, y su posterior resultado en equipos de altísima resolución. En lo electrónico ha habido un proceso de aprendizaje profundo de lo que han sido las técnicas tradicionales del dibujo, la pintura y la gráfica. Hoy le toca a la gráfica tradicional abrirse a lo contemporáneo. A los artistas e impresores les corresponde establecer en la sociedad y el mercado nuevos paradigmas con respecto a la obra gráfica. Por ejemplo, se antoja que los creadores puedan realizar gráfica tradicional intervenida con lo digital, y viceversa.

Aquí es imprescindible hacer una reflexión en relación a la fenomenología de la creación de la gráfica. Lo digital jamás podrá sustituir la experiencia de enfrentarse a los materiales de la gráfica tradicional. El hecho de trabajar sobre una piedra o una placa metálica es una acto irrepetible y que jamás será abolido. Igualmente el hecho inigualable de granear una piedra, pulir una placa, mancharse con las tintas del grabado y la litografía, no podrá ser sustituido por la emoción distante, aunque vibrante de la contemplación de cómo salen las impresiones de los plotters de las computadoras. El enfrentamiento del artista y del impresor con los recursos propios de lo tradicional, nunca podrá ser sustituido por la experiencia ante la frialdad de la pantalla y los inyectores de una impresora digital. En el acto del grabado y la litografía existe el dilema humano que posibilita el error y accidente en la creación, y con ello, la grandeza.

Cuando se punza brillantemente una placa queda para la historia del artista, del hombre. Cuando se equivoca o acierta en el nivel de acidez en la preparación de una piedra de litografía, queda siempre para la historia del impresor. Las copias serán fatales o geniales. En cambio, el universo de las computadoras es el de la prueba y error humanos satisfechos a ultranza. Todo ha sido diseñado para que el usuario a pesar de sus errores pueda retractarse. En el camino de la creación digital el artista y el impresor siempre se pueden retractar a medio camino. Siempre existe el ctrl..-z para desdecirse de lo actuado, de lo dibujado o de lo impreso. En el mundo digital, todo está dispuesto para que el humano evoluciones sin recriminaciones por lo hecho o lo actuado. El humano va a la frialdad de los funcional, no importando sentimientos, expresiones o necesidades: debe funcionar a fuerza, cueste lo que cueste. Esa es la gran diferencia entre la obra producida por los emisarios de la tradición y los representantes de la digitalización, entre los que saben que pueden triunfar con un trazo que jamás será borrado por experiencia y los que saben que con un teclazo se pueden desdecir hasta encontrar la perfección decimal.

Pasando a otro punto, uno de los aspectos fundamentales de la gráfica es su esencia de multi-reproducción. La asimilación de siglos en el manejo de las copias de un grabado ha dado como consecuencia el cuidado en la producción y numeración de las piezas resultantes de una placa. En esto reside principalmente el valor de mercado de la gráfica, amén de la factura del artista. La gráfica digital tiene mucho que aprender de ese asunto: los procesos digitales tienen tal potencia en lo que respecta a la multireproducción que precisamente en esa virtud está su principal enemigo, ya que galeros y coleccionistas argumentan que lo digital puede ser reproducido hasta la saciedad, devaluando la obra. La fotografía ha sufrido de la misma enfermedad desde su nacimiento. Si en la fotografía, como ahora se podría hacer en la gráfica digital, se hubiera establecido, desde hace más de 170 años, la reiteración o marca de un negativo, así como la numeración y control de copias, otro sería el panorama de los precios de las obras fotográficas. Hoy una copia firmada de Manuel Álvarez Bravo tiene un valor de hasta $4,500 USD en el mercado. Si el artista se hubiese auto impuesto la práctica de cancelar o marcar negativos, así como numerar las copias hasta un límite, el valor de una de ellas se hubiera multiplicado. Igualmente se puede hablar de la gráfica digital. Se debe establecer la cancelación o destrucción de un archivo una vez que se haya realizado el tiraje correspondiente: numerándolo y autentificándolo para de esa manera garantizar un precio correcto en el mercado del arte.

La producción, numeración y manejo de copias en la gráfica tradicional y digital, así como en la fotografía análoga y digital, es punto medular para la regulación y estabilidad de los precios de las obras. Ahí está el caso que sufrieron Dalí y Miró, que de la noche a la mañana se desplomaron los precios de sus obras gráficas por la producción de sus impresores sin ética.

En todo este camino de análisis entre la gráfica tradicional y digital, existe el asunto de la permanencia de la imagen en los resultados digitales. Está más que comprobado por la historia que las técnicas tradicionales de la gráfica, han sido campeonas en la conservación de las copias, en ese campo también las tecnologías electrónicas tienen mucho que aprender. Hoy una salida electrónica en plotter o procesadoras digitales de fotografía tiene una garantía de existencia de por lo menos doscientos años en condiciones de luz controlada y estable. Eso ya es una ganancia. No obstante, el reto está en que las copias digitales en papel tengan una permanencia de por lo menos 500 años. Para eso, los ingenieros del mundo entero están trabajando a marchas forzadas. Habrá que confiar en que el triunfo de la permanencia de la imagen en la gráfica digital esté más que garantizado.

Para terminar este escrito, mientras escucho la música centenaria de Chopin en un equipo de sonido digital, se pueden formular las siguientes preguntas:
¿Los artistas e impresores de gráfica tradicional serán capaces de asimilar y aplicar los avances de la tecnología contemporánea? ¿El mercado del arte será capaz de cambiar los paradigmas que legitiman solamente las copias de grabado y litografía, y dar cabida a las obras de procesos digitales? ¿Las tecnologías contemporáneas abolirán con los años a la prensa litográfica, el tórculo y a la ampliadora fotográfica?

En este momento no se trata de buscar vencedores y vencidos en los procesos de la gráfica, o argumentar que las obras tradicionales son un anacronismo en extinción, y que lo digital será lo único válido. El asunto es asimilación, entendimiento, tolerancia, compresión, aprendizaje y evolución de artistas, impresores, galeros y coleccionistas, para crear una puerta entre la tradición centenaria del grabado y la litografía con los procesos y resultados de la gráfica digital.

Manuel Zabala Alonso

Gráfica digital e iconografías contemporáneas

José Ramón Alcalá

Resumen
Este artículo representa una aproximación metodológica en torno a los resultados
creativos devenidos del uso por parte de los artistas contemporáneos de los nuevos procesos gráficos de estampación basados en los sistemas electrónicos de impresión y del potencial iconográficamente renovador de las imágenes digitales que producen.

Para ello hemos decidido tomar como punto de referencia para estas breves reflexiones, el conjunto de experiencias gráficas obtenidas en los laboratorios y talleres de los centros de investigación artística, en los centros de trabajo y en las escuelas y Facultades de Bellas Artes que se han preocupado a lo largo de la última década por operar dentro del contexto de lo que genéricamente hemos decidido denominar con el complejo y problemático nombre de ”gráfica digital”, término que empieza estar en boca de todos los profesionales de las artes gráficas pero que necesita con toda urgencia ser abordado desde la reflexión crítica, y desde el criterio organizado con el fin de clarificar lo que verdaderamente se oculta bajo su polémica denominación.

Introducción
Qué duda cabe que el campo creativo donde actúan los procedimientos gráficos de expresión participa activamente en la construcción del nuevo imaginario con el que el artista actual está comprometido, desde un sentido de responsabilidad creadora, con la nueva cultura que está emergiendo en una sociedad cuyos individuos reclaman la representación de sus inéditas ideas, de sus visiones y de sueños identificativos.

La aparición de las nuevas tecnologías digitales como medios técnicos para el arte
ha disparado las expectativas de los artistas más despiertos, de aquellos más jóvenes y, en general, de cuantos ven en las actuales herramientas electrónicas útiles medios para conformar lenguajes modernos que den forma de una manera adecuada-satisfactoria- a sus visión de la realidad, de cuanto les rodea y sucede. Pero, sobre todo, se ha mostrado particularmente eficaz para aquellos artistas cuya percepción de los cotidiano es más radicalmente renovadora y su compromiso con ese potencial imaginario inédito está afrontado de una manera más radical.

Sin embargo, y a pesar de que en esta dirección existe ya un gran numero de artistas con una larga trayectoria de trabajo digital y de que las experiencias artísticas en este sentido cuentan ya con más de medio siglo de densa y apasionada historia de propuestas artísticas, no existen todavía criterios metodológicos que nos permitan organizar todo el trabajo producido, elaborando sistemas de valoración y crítica y, lo que es más importante, sistematizando los procesos técnico-creativos que proporcionen un mayor rendimiento y una mayor eficacia a los potenciales discursos y propuestas de los artistas gráficos comprometidos con el medio. Durante estos años pasados, y hasta la actualidad, los únicos acercamientos reflexivos han partido, casi sin excepción, de los medios de comunicación periodísticos, que hayan asumido su responsabilidad transmisora pero, como resulta evidente, la han ejercido tan sólo sólo desde una visión puramente periodística -propagandística -y, en ningún caso todavía, desde el ejercicio de la crítica fundamentada y referencial.

Es por ello, que este texto se plantea, desde la experiencia del trabajo de campo,
la necesidad de aportar algunos criterios metodológicos que permitan a los artistas, a los críticos y a los especialistas en general elaborar las necesarias estrategias de aproximación al fenómeno de la imagen digital y de lo que hemos dado en denominar “la gráfica digital”, para que puedan trabajar en la dirección de clarificar el verdadero potencial y la pertinencia crítica de una denominación, hoy por hoy harto compleja y confusa.

Baste sólo para ello hacernos algunas preguntas que, sin duda están en boca de muchos : ¿Definimos como digital a una situación gráfica por el sólo hecho de que se hayan utilizado medios electrónicos para su impresión, aún cuando su contenido visual pertenezca a la cultura gráfica del mundo analógico?, ¿Podemos definir como digitales las impresiones no electrónicas de un material icónico por el hecho de que su naturaleza primigenia fuese virtual, o porque su signo estructural fue manipulado con medios electrónicos y, por tanto, fue transformado en información digital en un momento intermedio del proceso global de construcción de la situación gráfica? Es realmente preciso y, por tanto, correcto, hablar de “estampa digital”, tal y como, por ejemplo, nos propone la Calcografía Nacional?
Creo honestamente que estas preguntas, con no ser las únicas que cualquier rtista o crítico podría formularse dentro de este complejo contexto creativo, sí resultansuficientemente representativas como para obligarnos a hacer los deberes; esto es:

plantearnos la necesidad de formular un contexto técnico-expresivo capaz de modelar un sistema coherente y autónomo que no sólo pueda ser definido como
auténticamente digital en el sentido gráfico, sino que nos permita explorar y explotar al máximo la capacidad creativa de estas nuevas tecnologías y procesos para la producción de gráfica, en un sentido plenamente moderno.

La Gráfica Digital como sistema autónomo y global.
Para empezar, aclaremos que, sin lugar a dudas, preferimos hablar de “gráfica” y
no de “estampa” para referirnos al problema de la reproducción digital. En primer
lugar por cuanto la palabra gráfico, que viene del latín graphîcus y, éste a su vez, del griego ó, que, según el Diccionario de la Real Academia, es “perteneciente o relativo a la escritura y a la imprenta”, resulta mucho más genérica y por tanto más capaz de asumir la expansión de su significado debido a la evolución de su concepto general ocurrida, fundamentalmente, por el contacto con los nuevos procedimientos y técnicas de lo visual. Y, en segundo lugar, porque, según la propia Calcografía Nacional, en su Diccionario del Dibujo y la Estampa 1 , define la estampa como aquel “soporte no rígido, generalmente papel, al que se ha transferido la imagen -línea, forma, mancha, color- contenida en una matriz trabajada previamente mediante alguno de los procedimientos el arte gráfico” , Esto es, exige la necesidad de una matriz que ya no existe en los modernos sistemas electrónicos de impresión. Es por ello que seremos más precisos y también más libres si empleamos en adelante el término gráfica digital en lugar del de estampa digital. Pero más importante que estos problemas terminológicos, resulta, sin duda definir con un sentido sistemático el campo de actuación que nos ocupa. La primera conclusión que emana necesariamente de una reflexión sosegada sobre el concepto de gráfica digital es que, si estamos firmemente decididos a juntar estas dos complejas-por ricas en matices- palabras en una sola lexia de significado coherente, deberíamos otorgar a su resultado artístico la condición de un sistema pregnante que se genera como consecuencia de la construcción de un proceso creativo completo, sistematizado y metodológicamente maduro, ubicado necesariamente dentro del contexto histórico-artístico que nos proporcionan las aportaciones técnico-expresivas de los procesos contemporáneos de la reproducción y la estampa, entendidos éstos, no como sistemas mecánicos al servicio de la copia, sino como auténticos procesos creativos generadores de imaginarios iconográficos autónomos, capaces de aportar matices inéditos en los lenguajes y estilos del arte y de las vanguardias artísticas contemporáneas.

Para ello, el artista que afronte un proceso creativo que deba ser encuadrado dentro del campo de la gráfica digital, debería aprovechar los recursos visuales que le proporciona el uso de las modernas tecnologías digitales de capturación de información. Qué duda cabe que el funcionamiento electrónico de sus sistemas técnicofuncionales otorga a los resultados visuales obtenidos una especial organización, o distribución técnica de la información por parte del dispositivo, que podemos considerar como un aspecto auténticamente interpretativo de esta forma característica de representación. Hoy por hoy (y tal vez en este aspecto estemos ya al final del sistema que ha sostenido toda la representación de los primeros 50 años de historia del arte digital, debido a la próxima aparición en el mercado del la nueva generación de ordenadores lógicos -no binarios- y de la visualización de su información a través de los monitores de plasma), la forma sígnica estructural más característica de la imagen digital es, sin duda alguna, el pixel como unidad de información gráfica 2 . En cualquier caso, deberá de tener en cuenta las amplias diferencias funcionales existentes entre los distintos sistemas de capturación electrónica de que se puede disponer hoy día (tecnología de capturación por planos, tridimensionales, por barrido, instantáneos,... ), que marcan diferencias en sus resultados gráficos tan importantes que no resulta descabellado hablar de consecuencias semánticas y conceptuales en los discursos emanados a partir de la conformación de sus lenguajes específicos. Así, por ejemplo, tenemos escáneres planos con exploración por barrido secuencial que, debido al tiempo que tardan en recorrer el original que están explorando, permiten la incorporación del parámetro tiempo en el proceso de generación de la imagen digital como una unidad espacial añadida. Esto habilita al artista para introducir aspectos conceptuales relacionados con la ecuación espacio-tiempo, la distorsión de la linealidad del discurso, etc... Por otra parte, esta forma progresiva de construcción de la composición visual, nos va a permitir hacer reflexiones artísticas acerca del concepto de “unidad formal”, por cuanto aquí, la imagen digital resultante no es sino una suma de porciones espaciales significantes que se han ido sumando a la coordenada lineal espacio-tiempo y que resulta muy pertinente, por ejemplo, en el contexto de la Estética de la de-construcción, y de la filosofía contemporánea.

Sergio Ramos. 1998. Fichero digital obtenido mediante escáner de barrido. También resulta fundamental entender que el principio técnico funcional de representación (visualización) de las imágenes a través de los sistemas electrónicos es la utilización de colores-luz y todas las teorías y sistemas -cromáticamente aditivos de relación y manipulación que llevan aparejadas. Así, trabajar directamente con la luz y aprovechar las “colisiones” gráficas que ésta genera con el sistema electrónico binario, abrirá también una fuente inagotable para la consecución de nuevas iconografías.

Angel García-Catalán. 1999. Fichero digital obtenido por descomposición del haz de luz durante el escaneo por barrido. Otros dispositivos potencian aún más la idea de iconografías no ópticas, por cuanto, gracias al funcionamiento técnico específico de la tecnologías de los CCDs, no se precisa de ningún sistema óptico para “atrapar” las imágenes de los objetos que se le muestran (las fotocopiadoras digitales, p.e., sí que combinan estos sistemas con lentes ópticas). De esta manera, sus resultados visuales parecen estar más cerca de los sistemas de representación del dibujo de línea, mancha y sombra tradicional que de la imaginería proporcionada por los sistemas fotográficos de representación (que han monopolizado el principio técnico funcional gráfico durante todo el siglo XX). Así, viejos prototipos digitales, como la pequeña cámara portátil “Da Vinci”, de la firma japonesa Kinderman, nos han brindado imágenes iconográficamente alternativas al estándar fotográfico de visión, devolviéndonos la capacidad de generar imágenes no sometidas necesariamente a la tiranía visual del proceso óptico fotográfico (que, por otro lado, es el sistema de visión humano). Las especulaciones visuales que se han venido realizando desde el año 1991 (año de aparición en el mercado de esta tecnología), no han servido sólo para confirmar su potencial artístico, sino también, para proporcionar a los lenguajes emanados de la fotografía digital y del video digital nuevos horizontes representacionales no exclusivamente basados en la forma óptica de representación visual de sus antecesores analógicos. José Alcalá. Tokio-metro c-s.1991.

También la obtención de información visual, de naturaleza virtual, a través de capturas digitales de las fuentes residentes en los modernos sistemas de comunicación -tales como la red Internet- nos permitirá renovar la iconografía sustentante del imaginario colectivo de nuestra sociedad actual, no significando necesariamente esta intervención el siempre difícil proceso de invención de imágenes visualmente inéditas, sino, en muchos casos, la sencilla, pero decidida tarea de recoger las muestras que, como rastros -huellas indelebles-, van dejando de forma espontánea los individuos que operan en, desde, o sobre los nuevos sistemas de transmisión de la información, en la mayoría de las ocasiones desde el anonimato y sin ningún afán de preconcebida artisticidad.

El sistema contemporáneamente moderno por excelencia es, qué duda cabe, la edInternet, con todo su flujo instantáneo y planetario de información, ubicada, en la mayoría de las ocasiones, en web-sites individuales o colectivos, pero también en los chats gráficos, donde el subconsciente colectivo juega un papel tan importante para la construcción de imágenes inéditas, como lo eran, p.e., los “cadáveres exquisitos” para los surrealistas. Juanjo Seguro. 1999. Fichero digital con información visual atrapada de la red nternet Resulta por ello particularmente eficaz asumir -recopilar, utilizándolos y recomponiéndolos creativamente- los materiales residuales procedentes de ese “viaje” multimedia e interactivo realizado a través de la Red, pues posibilita montajes y construcciones de unidades visuales pregnantes que se acaban convirtiendo en auténticas memorias visuales de auténtica referencia para la construcción del pretendido imaginario colectivo.

Por otra parte, no sólo podemos componer las imágenes digitalmente, sino también someterlas a su procesamiento gráfico a partir de la manipulación electrónica. Los procesos infográficos, basados en el uso de programas informáticos (software), comercializados o escritos a la medida, están basados en los principios técnicofuncionales de las disciplinas a las que imitan -generalmente con mucho mayor rendimiento, eficacia y posibilidades-. Así, por ejemplo, el programa Photoshop, no es otra cosa mas que un conjunto de órdenes de programación que simulan lectrónicamente -virtualmente- los procesos convencionales de la pintura y de la fotografía (p.e., copiar, colorear, generar líneas, realizar pinceladas transparentes, subir el nivel de gama tonal, de crominancia o de intensidad de color, etc...). Pero un trabajo infográfico coherente y consubstancial con su medio y lenguaje es algo más complejo que la simple simulación virtualizada de procesos de otras disciplinas. Pensar en el signo específicamente infográfico es pensar en la unidad bit de información con la que nos relacionamos a través de los pixeles lumínicos que se conforman desde la teoría aditiva del color y, por tanto cambiar toda la estructura mental devenida de la teoría substractiva del color. Además, si el objetivo final de un artista es obtener un nuevo imaginario, coherente con el potencial técnico-expresivo de los nuevos medios electrónicos de generación, manipulación y reproducción de imágenes, eberá conformar lenguajes autónomos y por tanto, no dependientes o subyugados atros preexistentes. Una infografía no es una pintura, ni una escultura, ni un dibujo gráfico, ni una fotografía, ni video, aunque pueda representarlos (simulándolos). Su signo característico (índice) no tiene la textura matérica de los pigmentos cromáticos, ni podemos dar vueltas a su alrededor, ni un soporte texturado donde corre capri- chosamente la materia pigmentaria, ni posee la transparencia infinitesimal del (anti)soporte difuso, ni es sombre proyectada. Por ello, esta fase del trabajo creativo requiere del artista una mayor prudencia si cabe, por cuanto se detiene para constituir sistemas autónomos significantes que, partiendo de la estructura sígnica de la imagen digital y su representación, o bien, modificando los parámetros lingüísticos de otros lenguajes pre-asumidos por el sistema informático, se conviertan en unidades visuales específicamente infográficas. Pero esta es precisamente una de las fases donde el trabajo de campo tiene un carácter más investigador, por cuanto no se conocen aún planteamientos similares, u otras propuestas artísticas análogas. Parece que, hasta ahora, -en la breve pero intensa historia del arte electrónico- los artistas se han conformado con asumir los planteamientos sígnicos y formales de otros lenguajes ajenos, sin reparar en que, de alguna manera, esta incoherencia conceptual tiene mucho que ver con algunos de los planteamientos de las vanguardias históricas que dieron lugar a famosas incongruencias discursivas, como, por ejemplo, el “pictorialismo fotográfico”. Es por ello que, a modo de guía, o de recurso metodológico, cada vez que el artista tome una dirección creativa en aras a conformar piezas finales, debería preguntarse si es algo también realizable o asumible por cualquiera de los demás lenguajes conocidos. Sólo una respuesta negativa, le garantizará el correcto resultado, y por tanto, la seguridad de estar frente a una auténtica infografía, en el sentido de plenitud sígnica y de autonomías de lenguaje.

Otro sistema interesante para la manipulación electrónica de la información gráfica consiste en procesar ésta digitalmente a través de cambios de registro y otros procesos de codificación y decodificación de su estructura sígnica originaria, mezclando sus resultados con los lógicos procesos técnicos de manipulación de los parámetros cromáticos, formales y escalares. El cambio de registro a que podemos someter la información susceptible de ser procesada electrónicamente genera una dinámica creativa singularmente específica, por cuanto una de las características inéditas de estos sistemas es la ambivalencia de los registros de la información procesada y de sus plataformas. Convertir sonidos en imágenes, y viceversa, o trabajar visualmente los elementos textuales, dar forma gráfica a algoritmos matemáticos y geométricos, son procesos bastante frecuentes en la creación infográfica actual. Las consecuencias artísticas de la aplicación de estas formas de procesamiento de la información generada ha revelado importantes aportaciones iconográficas al imaginario actual.

Obvia decir que también resulta interesante dentro de este proceso global del tratamiento de la imagen que va a ser sometida a un proceso de gráfica digital someter su estructura visual a sistemas de mixturización de los recursos visuales obtenidos por los algunos o varios de los procedimientos ya descritos. Esta mezcla
de recursos debe establecer hibridaciones; esto es: lenguajes basados en índices mixtos que tan nítidamente dibujan las tendencias y las actitudes modernas. Para ello, el ordenador se muestra, sin lugar a dudas, como uno de los más eficaces sistemas de bricollage que el artista puede utilizar para conseguir estos lenguajes mixtos, debido precisamente a su capacidad de asumir y homogeneizar los istintos signos provenientes de todas las naturalezas discursivas que usa en la actualidad el individuo de la sociedad del siglo XXI.

A partir de este momento, y con todo el potencial gráfico que hemos descrito, el artista se asegura llegar a la lógica y principal fase posterior de procesamiento gráfico de estas composiciones con un material estructuralmente digital, incluso dentro de la lógica del contexto de lenguaje y discurso mediático. Esta fase del trabajo creativo consiste en materializar -dar cuerpo- a la información virtual generada en las fases anteriores, utilizando para ello una serie de sistemas electrónicos de impresión y estampación, seleccionados entre la oferta existente en el mercado actual, que, afortunadamente, le otorgan hoy por hoy al artista una gran libertad creativa consecuencia de poder experimentar a través de la utilización de tecnologías de impresión tecnológicamente mucho más maduras que sus predecesoras, pues no requieren ya la ayuda de los complejos y costosísimos conversores RIPs y que le permitirán además imprimir sobre soportes de muy diversa naturaleza, e incluso rígidos (tal es el caso de la gama 7500 de los plotteres electrónicos de la marca EPSON –sistema ecientemente patentado y que está en la actualidad en fase incipiente de comercialización-). Además, estas tecnologías han demostrado en las pruebas efectuadas en los talleres de gráfica una capacidad pigmentaria rara vez conseguida hasta la actualidad en tecnologías de impresión que utilizaban soportes no fotográficos y, si las predicciones de los fabricantes son fiables, su estabilidad cromática será superior a los 200 años. Existen ya algunos experimentos gráficos realizados dentro del campo artístico, y cuyos primeros resultados ya han podido ser mostrados publicamente (como, por ejemplo, en la exposición que organizó el MIDE 3 en el mes de Abril de este año 2001, con motivo de la tercera edición del evento artístico SITUACIONES y bajo el título de “Iconografías para el 3º milenio. Una exposición de gráfica digital” 4 ), demostrando que, a partir de esta fase de madurez alcanzada por los productos comercializados en la actualidad por las industrias punteras del sector de la impresión digital, muchos de los principios que creíamos haber fijado para una divulgación tecno-científica del trabajo creativo con estas nuevas tecnologías han caído en desuso, proporcionando un panorama mucho más eficaz a la par que asequible en su uso por parte de los artistas no específicamente formados para estas tareas y que antiguamente ocupaban al especializado sector profesional de las artes gráficas. Así, por ejemplo, el nivel de pixelización de la estructura gráfica de las imágenes digitales impresas electrónicamente, y que antes se apoderaba físicamente y también preceptivamente para los casos de imágenes cuyo código sígnico original era de muy baja resolución, ahora se ha reducido drásticamente, obteniendo como resultado visual inmediato imágenes digitales totalmente “limpias” de la erturbadora trama reticular que se producía por el efecto pixelizador. Así, pensamos que, estas nuevas condiciones de trabajo, van a inaugurar con toda probabilidad una nueva era gráfica para las creaciones artísticas, mucho más plástica y más perceptivamente háptica, sobre todo si a ello unimos la plasticidad orgánica de sus nuevos componentes pigmentarios y la variedad de los soportes que, como ya sabemos desde el campo de la estampación, tan decisivos se convierten a la hora de potenciar las cualidades plásticas de los pigmentos cromáticos que reciben en su estructura orgánica.

Sin embargo, y contrariamente a la práctica casi generalizada en la actualidad, llegar a la fase de impresión, o estampación, no debería suponer, el final del largo recorrido que nos exige el proceso global y coherente de la “gráfica digital”. Todo proceso que implique conceptos gráficos, en donde la estampa 5 , es lo que podríamos denominar el “valor añadido” a la evaluación del producto final del trabajo artístico, deberá contar necesariamente con las peculiaridades técnicas que afectan a la aportación del soporte como elemento interactuante con el sistema visual obtenido. Incluso en la actualidad, cuando los soportes de impresión que puede utilizar un artista durante los procesos digitales de impresión más modernos, se abren ya a una gran variedad de materiales y texturas -gracias a la madurez tecnológica de las maquinas que le ofrece el mercado actual-, el concepto de técnica mixta por una parte, y el de reporte, por otra, parecen ineludibles dentro del contexto de análisis y de reflexión que nos hemos fijado para evaluar el proceso de la gráfica digital en su total potencialidad creativa. Así, vemos cómo está resultando de gran interés para la calidad final de los productos artísticos pertenecientes al campo de la gráfica digital, someter los resultados ya impresos a fases posteriores de experimentación con algunos de los procesos más significativos de transferencia sobre soportes y materiales contemporáneos diversos. Para ello, en las obras realizadas por los artistas más interesantes o representativos de este campo, se puede observar, por una parte, el juego de interrelaciones de los resultados obtenidos en el proceso global de formación de la imagen digital con los resultados gráficos provenientes de sistemas y procesos de impresión y estampación tradicionales o alternativos, y, por otra parte, la utilización en las piezas finales de soportes y materiales de muy diversa naturaleza, fundamentalmente aquellos que son usualmente considerados en el campo del arte como más “nobles” que los papeles convencionales de impresión electrográfica y digital. Los resultados demuestran las enormes posibilidades gráficas que se pueden obtener a partir de la combinación de estos procesos electrónicos, electro-mecánicos y manuales. Por primera vez, el artista que sólo tiene acceso a los recursos comunes del mercado puede conseguir sistemas gráficos de la misma entidad y envergadura que los obtenidos por los artistas de la élite mundial que pueden financiarse los potentes recursos industriales (como Robert Rauschenberg o Frank Stella 6 , por poner sólo dos ejemplos muy representativos de este campo digital) .

CONCLUSIONES

La Gráfica Digital no es sólo una forma técnica de estampar, sino que debe aspirar a convertirse en un auténtico sistema técnico-expresivo que permita al artista moverse con libertad y eficacia en su aspiración por participar activamente en la construcción del renovado imaginario colectivo -modelo y metáfora del mundo nuevo del que participa-.

Para ello, habrá que proporcionar criterios metodológicos que den coherencia y solidez al proceso global que presupone. En este sentido, se ha visto la importancia que tiene establecer relaciones gráficas entre todas las partes componentes del procesos visual contemporáneo. La imagen que fluctúa por canales y registros, decodificándose en su signos y conformándose plásticamente en sus relaciones formales con los distintos proceso que la van afectando, es ahora capaz de asumir las premisas de ambos campos gráficos -el analógico y el digital-, generando situaciones gráficas inéditas que pueden ciertamente renovar el imaginario y por tanto los lenguajes artísticos.

Por otra parte, se han generado sistemas y proceso técnico-expresivos de ctuación artística capaces de obtener un rendimiento gráfico muy superior al que se le había sacado hasta la actualidad a las tecnologías digitales de la imagen, entendidas como procesos globales de tratamiento electrónico de la información visual. Esto se debe, a mi entender, a la importancia que se le ha dado en el contexto de la presente investigación a la fase de estampación dentro del proceso digital global, frente a la tradicional ausencia de una investigación comprometida con esta fase del proceso, siempre relegada hasta la fecha por el efectismo y la espectacularidad característicos de la fase de construcción visual de las imágenes. En este sentido, resulta paradójico que, siendo la parte iconográfica a la que más importancia se le ha otorgado tradicionalmente, no haya habido, sin embargo, un compromiso real y efectivo por parte de los llamados artistas digitales con la renovación del signo visual formal, quedando así el imaginario siempre relegado a una representación “en condiciones distintas” de la imagen fotográfica, pero nunca buscando lenguajes alternativos y específicamente autónomos -puramente digitales-, que no estuviesen marcados sígnicamente y lingüísticamente por la hegemonía de la imagen fotográfica. También debemos ser conscientes de la importancia que tiene la maduración técnica de los procesos electrónicos de impresión que ya podemos utilizar hoy día, sobre todo en sus aspectos relacionados con lo indicial, pues nos permite limpiar sígnicamente los lenguajes visuales de las tradicionales interferencias gráficas que convertían el medio en un fin en sí mismo, en lugar de actuar como un medio más para la consecución del rendimiento discursivo pretendido por el artista en cada caso. Esto debe marcar sin lugar a dudas una nueva situación en el contexto de la creación artística con nuevas tecnologías, superando ciertos “pictorialismo” (en este caso deberíamos decir “fotografismos digitales”) que han venido marcando esta primera etapa del arte digital y que ya acumula casi medio siglo de experimentación artística.

Y, por último, defender la idea del proceso de la gráfica digital como creación artística desde un concepto heterodoxo y polivalente, por cuanto entendemos que
las relaciones que el artista pueda establecer con otras prácticas y procesos radicionales o contemporáneos paralelos serán sin lugar a dudas altamente beneficiosas para el rendimiento estético del trabajo artístico, sobre todo desde la idea háptica de percepción y sensorialización.

Es ahora, por tanto, tiempo para la experimentación y, sobre todo, para el endimiento discursivo de los medios que hemos acumulado, experimentado y maduradoartística, estética, formal y técnicamente a lo largo de lo que ya odríamos denominar como la histórica “maniera” tecnológica de la práctica del arte.

Notas
1 BLAS BENITO, Javier (coordinador) : Diccionario de la Real Academia, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Calcografía Nacional, Madrid 1996. p.101.
2 Para ampliar la información, ver ALCALÁ MELLADO, José Ramón: «La huella Bit: El pixel como unidad de memoria». Photovisión. #28. Sevilla. Febrero 1998. pp.19-22 (pp.61-64. inglés).
3 Museo Internacional de Electrografía de Cuenca, perteneciente a la Universidad
de Castilla-La Mancha. , http://www.uclm.es/mide.
4 Para ampliar este aspecto, ver ALCALÁ MELLADO, José Ramón: “Tecnophobias & Tecnophilias”, Situaciones, catálogo, Facultad de Bellas Artes, Cuenca, Abril 2001, pp.28-53.
5 Empleamos aquí este término para ser fieles a la definición que da la Calcografía en su Diccionario ya citado.
6 Recordar las descomunales obras de gráfica digital presentadas por Rauschenberg en la exposición del Guggenheim en Bilbao y por Stella en la exposición del Centro Reina Sofía en Madrid.

Bibliografía de Referencia
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-VV.AA.: Photography atfer Photography. Memory and Representation in the Digital Age. Ed. G+B Arts. Munich. 1996

RESUMEN CURRICULAR
JOSÉ RAMÓN ALCALÁ MELLADO
(VALENCIA, 1960)
.Catedrático de «Procedimientos Gráficos de Expresión y Tecnologías de la Imagen» en la Universidad de Castilla-La Mancha.
.Doctor en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia.
.Director del MIDE (Museo Internacional de Electrografía) de Cuenca desde su creación, en 1989, donde lidera en la actualidad los proyectos de investigación sobre aplicaciones de las nuevas tecnologías en el campo de la creación artística, telecomunicación gráfica y multimedia interactivo que se desarrollan allí para varias empresas multinacionales (entre las que destacan Epson, Apple, Telefónica, Richmond/Santillana, Canon, Xerox,...).
.Ha escrito varios libros, publicado numerosos artículos e impartido cursos, seminarios y ponencias magistrales sobre estos temas dentro del ámbito nacional e internacional, recibiendo varios premios nacionales e internacionales de investigación.
.Durante 1991-92, reside en Japón, becado por la Fundación Canon Europa, donde se incorpora al Art Lab de Tokyo como artista-investigador para colaborar en las investigaciones que allí se desarrollan sobre “Nuevas Tecnologías Infográficas para el Arte”.
.Representante español en el «Foro de Expertos en Educación Artística y Tecnologías de la Comunicación » organizado por el Consejo de Europa en Estrasburgo en 1995 y Experto de la UNESCO para los Foros Art & Industry, organizados por la International Telecommunicacion Unit , entre 1996 y 1998.
.Como artista, creó, en 1983, junto a su compañero Fernando Ñ. Canales, el equipo Alcalacanales, cuyas exposiciones y actividades artísticas y culturales se prolongaron dentro del circuito internacional hasta 1993.
.En la actualidad, su labor creadora está centrada en el desarrollo experimental de aplicaciones en gráfica digital, multimedia interactivo y net.art.
.Las referencias a su labor creadora como artista y como investigador figuran de forma explícita en publicaciones tan prestigiosas como el SUMMA ARTIS (Tomo XLVII), la Enciclopedia Universal del Arte de Espasa Calpe, ARTEVISION-Historia del Arte Electrónico en España (MECAD), Diseño Gráfico Español (ICEX), o Leonardo. Journal of the International Society for the Arts, Sciences and Technology (MIT, USA).
.Monografías sobre el autor : MIRA, Enric: Alcalacanales; El lenguaje artístico de la imagen electrográfica. Ed. Insitutició Alfons El Magnànim. Col. Itinerarios #7. Diputació de València. Valencia. 2000. ISBN. 84-7822-281-2

José Ramón Alcalá Mellado
MIDE/UCLM
C/Julián Romero, 20 16071-CUENCA
Ts. 677-920457 (móvil). 969-179115 /00 (MIDE)
Fax. 969-179118 / 969-179102
Email; “Jose Ramon Alcala” jralcala@mide-cu.uclm.es
http://www.uclm.es/mide

José Ramón Alcalá

La estampa digital. Apuntes para un debate.

José Manuel Matilla

“La aparición de los ordenadores y su aplicación al arte es indiscutiblemente revolucionaria en muchos aspectos. En el ámbito del arte gráfico aporta aspectos que conllevan una profunda renovación del modo de concebir la práctica y el objeto artístico. En primer lugar supone la aparición de una nueva "matriz" -si es que así podemos llamarla- en la que trabaja el artista, pero que a diferencia de los tradicionales sistemas "materiales", éste es inmaterial, no existe como forma física y no supone una intervención físico sobre un material, sino que en última instancia constituye una operación matemática. El artista realiza mediante programas informáticos una operación compleja que se transforma en un archivo digital. La "matriz grabada", no es de este modo, más que la información registrada en ese archivo digital, inmaterial, y contenido en el disco duro del ordenador o en un disquete flexible. Pero incluso en este último caso, ¿podemos hablar de matriz cuando ésta es susceptible de ser continuamente modificada, cuando no existe un estado final, puesto que el medio en sí ermite su continua transformación ? y por ello, ¿cuál es la stampa final o definitiva? ¿Acaso pueden ser todos los estados diferentes de cada matriz igualmente definitivos o provisionales? ¿Debe el artista limitar su capacidad creadora e inutilizar un "archivo" cuando podría ser un punto de partida para una nueva obra, sólo por ceñirse a las tradicionales leyes del mercado del arte gráfico, que limitan la forma de crear estampas y denominan a cada proceso y su producto de modos diferentes? Efectivamente, la impresión de un registro digital es sólo un estado de un proceso que puede no tener fin debido a la facilidad para obtener cambios continuos, pero también es cierto que el artista podría caer en lo que le ocurriera a Frenhofer en La obra maestra desconocida de Baliac, siempre susceptible de ser mejorada hasta llegar a ser ininteligible.”

[...]"Pero debemos recordar Que tras la tecnología está el artista que controla y dirige los procesos. Cuando el artista, en su concepto genérico, es capaz de dominar la técnica, de dar las órdenes oportunas al ordenador para llevar a la práctica lo que tiene en su mente, la técnica será madura. Si por el contrario la obra es resultado del azar, de lo que la tecnología produce sin control del artista, nos encontraremos ante un producto de baja calidad, fruto de una técnica inmadura. Bajo este planteamiento crítico abordamos las estampas digitales que ahora se generan, sin entrar en absoluto en valoraciones estéticas. Ampararse en la falta de medios para realizar una obra, que se ve así condicionada por una tecnología de segundo orden, no debe ser excusa para dar por válido todo lo que se produce. Macluhan con su teoría de que "el medio es el mensaje" consideraba de forma radical que cada medio condiciona la estética y ofrece la información de una manera determinada, de forma que se convierte en un filtro reductor que marca y esquematiza los mensajes emitidos. En el caso de la estampa digital, por lo variado de sus lenguajes y procesos, no creo que podamos aplicar los postulados de Macluhan. Por otra parte, sin llegar a ese planteamiento radical, el dominio de la técnica madura por parte del artista le ha de permitir salirse de ese marco, y evitar así la uniformidad que puede aportar el procedimiento empleado, reflejando en su obra sus propias y su "mano" -aun cuando en la estampa dlgltal en ocasiones la mano se limita a presionar el teclado de un ordenador, si bien es corriente el uso del ratón y lápiz digitalizador-."

Estampa digital. La tecnología digital aplicada al arte gráfico
Catálogo editado por la Real Academia de Artes de San Fernando. Calcografía Nacional.

El presente atrapado de la fotografía

Luis Alonso García

RESUMEN: El autor plantea la construcción de una nueva historiografía de la fotografía. La importancia de la revolución ideotecnológica surgida en el medio fotográfico resulta incuestionable para el devenir de las imágenes contemporáneas. El verdadero cambio se fundamenta pues en el registro maquinal de huellas de lo real en bruto. Pero la primera consecuencia de tal emergencia ha sido la destrucción misma de la idea de temporalidad, de pasado, presente y futuro, subsumidos en la huidiza idea de actualidad. La historia de la fotografía, en la asunción radical de lo fotográfico como componente esencial de la Modernidad, se vuelve así una arqueología y genética de todas las imágenes en cada imagen, de todas las prácticas en cada práctica.

PALABRAS CLAVE: Fotografía, historiografía, noesis, tecnoideología, posmodernidad, hipertextualidad, registro, huella, trampantojo, infografía.

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Por el difícil acceso a la actualidad

Partamos de un hecho evidente: la complejidad de las relaciones de nuestra época con la temporalidad. En los bordes tontos de un próximo cambio numérico de siglo y de milenio (y el d/efecto 2.000 realmente fue y es nuestro exceso en pensarlo) estamos atrapados entre los dos extremos de un devenir.

En un extremo, el pasado. A un tiempo realmente vivido y, sin embargo, "necesariamente olvidado" (Augé, 1998). Aunque las ya experimentadas nuevas tecnologías digitales nos prometen y nos amenazan, por mor de la capacidad de almacenamiento y procesamiento digital, con impedir que olvidemos todo (casi todo) lo vivido y seamos entonces incapaces de recordar algo (casi nada) de esa vida, pues recordarlo todo sería gastar la vida en lo vivido.

En el otro extremo, el futuro. A un tiempo sólo soñado, intuido y, sin embargo, constantemente previsto, anunciado (y puede tomarse la "anunciación" en su doble sentido bíblico: vaticinio y alucinación). Pues las experimentales nuevas tecnologías digitales de la acción y la información vienen precedidas y engalanadas por un discurso institucional (político, económico, publicitario... en fin, acabemos, mediático) que se empeña en hacer presente un futuro dibujado como perfecto. Huxley pudo con Orwell: el "gran hermano" que todo lo ve y registra (en el panóptico de Bentham) deja paso al "mundo feliz" cuya ración de "soma" es mitad interactivad (todos con todos) y mitad virtualidad (nadie con nadie). Pero el horror nace del hecho mismo de dibujarse tal futuro como ineludible e ineluctable, ya producido sin haber sido todavía vivido.

No es pasado aquello que nos es ocultado, enterrado por el peso de todo lo almacenado, procesado y mostrado bajo unos intereses mediáticos que son los del consumo desaforado y el recambio perpetuo. No es futuro lo que se nos da cerrado, ya realizado en los estudios de proyectiva mercadotécnica (cuyo mayor logro es hacernos creer que ya no hay posibilidad de elegir o, peor aún, que la elección ya ha sido hecha en nuestro favor y a pesar nuestro). Entre malos diagnósticos del pasado y buenos pronósticos del futuro, el tiempo presente desaparece bajo el muy posmoderno eufemismo de la actualidad. Todo ocurre en el aquí y ahora de la producción mediática (Requena, 1988). Incapaz de inscribirse como presente en la temporalidad del antes y del después, de la causa y del efecto, esa actualidad sólo se reifica como pasado revisitado o futuro vaticinado. Estamos de acuerdo con Jameson (1989) cuando habla del "presente perpetuo" para caracterizar la modernidad, pero no cuando para ello niega la existencia de un pasado y futuro para ese presente. Pues, precisamente, esa actualidad perpetua, incapaz de presentificarse -en la brevedad ya pasada de una instantánea fotográfica, en la velocidad de un estar pasando del fotograma fílmico- se ve empujada compulsivamente a devorar pasados y defecar futuros: los propios y los ajenos, los posibles y los imposibles.

Vivimos una época consciente de su historicidad (el pasado muerto) y proyectividad (la vida futura). Pero esta doble presión temporal se pliega en una perpetua actualidad donde caben todas las épocas (todas ellas presentes en la pantalla), donde todas las épocas se funden (todas las continuidades comidas por la momentaneidad de su visión). Una instantaneidad sin devenir (el "haber estado allí" de la fotografía), una velocidad sin freno (el "estar ahí" del cine). La posmodernidad es un pliegue espacio-temporal provocado por la superposición de todos los paradigmas tecno-ideológicos previos a partir de su enviscamiento en los medios surgidos con la fotografía. Sería, por fin, tras dos siglos de acumulación del saber, el cumplimiento del anhelo ilustrado: una sociedad del conocimiento. Pero con un determinado efecto colateral. No hemos llegado a la cima de la historia, a su fin, donde todo el pasado (y el futuro) se ordenan en una línea de fases sucesivas que conduce a nuestra época. Hemos vuelto al origen, allí donde la temporalidad ni siquiera es cíclica (no tiene la forma del círculo del cosmos) sino helicoidal (su forma es el remolino del caos), donde todos los tiempos (pasados y futuros) todos los lugares (cercanos y lejanos) son las densas capas enterradas bajo el delgado filo de la actualidad.

En defensa de una nueva histori(ografí)a

¿A qué cuento esta reflexión vaga al supuesto tema de este trabajo: el pasado y futuro de la fotografía? La respuesta es sencilla por más que lleve a un lugar tremendamente complejo. Antes de pensar en lo que lo fotográfico ha sido, es o puede ser -y de ahí deducir sus nacimientos y sus muertes- es imprescindible aclarar que el verdadero problema de nuestra reflexión es la influencia que la fotografía y sus derivados ha tenido sobre la historia como objeto y la historiografía como disciplina. Como historiador de los medios audiovisuales -y ajeno doblemente, si se quiere, al campo de la creación fotográfica, por objeto y por enfoque (desconecten cuando quieran, es su privilegio)- no puedo evitar saber que el objeto de mis trabajos es uno de los ejes esenciales en el cambio de la supuesta disciplina que sobre ella aplico: la historiografía.

Es necesario asumir -nos complazca o nos disguste- el carácter posmoderno de nuestra época. Consecuentemente, la historiografía, ya que dice tener por eje el tiempo y el devenir, no puede actuar ingenuamente: pensar que la historia es, hoy, continuidad y sucesión, evolución y/o involución, progreso y/o retroceso. El objeto, la historia, ya no es la nítida línea ilustrada que tenía término en su fin (aquel donde era escrita) sino cualquiera de las estructuras confusas y caóticas posmodernas: la ola, la espiral, el remolino, el laberinto y que no tiene fin porque no tiene principio, sólo un retorno perpetuo al origen 1.



Estas consideraciones tienen una doble consecuencia. En primer lugar, convierten a la historiografía en una arqueología y genética. No tiene ya sentido buscar sólo en el pasado los rastros de lo que fue (y de ahí concluir las señas de lo que podría ser). Esos rastros y esas señas están ahí mismo, delante de nosotros, pero debajo (en las calas arqueológicas que conforman nuestras prácticas mirando al pasado) y dentro (en los mapas genéticos que construyen nuestros objetos mirando al futuro). Esto significa que hablar de la muerte de la fotografía (o del cine, del teatro, del arte) es una mala forma metafórica de pensar en una más de sus metamorfosis. Nada puede morir realmente en una época de la perpetua resurrección y/o reencarnación de objetos y prácticas. Otra cuestión es si vuelven como espíritus buenos o como malos zombies. Esta forma de entender la posmodernidad nos obliga, en segundo lugar, a pensar la historia como aquello que ha de ser desplegado. El presente perpetuo de la actualidad es el pliegue espacio-temporal de una continua reedición (del pasado muerto que se nos fue y retorna) y reiteración (de la vida futura que será y se anuncia). La historiografía cobra entonces una dimensión excepcional que la sitúa por encima de otras disciplinas en su estudio de la realidad (especialmente, y dado que suele ser su término constante de comparación, la sociología). Un presente tan evasivo y ubicuo hace que nuestro acercamiento a él deba ser siempre realizado desde un distanciamiento marcado por el devenir. Debemos devolver la actualidad a su cronología. Hoy, más que nunca, la teoría y la práctica dependen de su historia. Pues, precisamente cuanto más se niega el enlace con el pasado y el futuro, más atrapado está nuestro presente en ellos.

¿Complicado? La verdad es que sí. Pero la complejidad viene dictada por la época, aunque los discursos posmodernos (y éste lo es, que duda cabe, a pesar nuestro) parezcan a veces complicar gratuitamente aquello que debieran explicar sencillamente. Pero sólo desde esta reflexión es comprensible la operación que a continuación se detalla sobre el pasado y futuro de la fotografía y el sentido original y terminal de lo fotográfico.

Un deseo late en este trabajo: convencer a los fotógrafos de nuestro fin de siglo de aquello que ellos ya saben sobre su objeto, la fotografía, pero de lo que sin embargo reniegan dada su necesariamente contemporánea postura ante lo fotográfico en la época digital. Convencer de algo a alguien que lo ignora es fácil. Convencer a quien (ya) lo sabe o supo requiere una operación analítica tremendamente ardua. Pues de lo que se trata es de afirmar no algo que pueden aceptar o rechazar sino algo de lo que ellos ya han renegado. Con el agravante de parecer estar volviendo a ideas supuestamente caducas. Si relacionar teoría e historia de la fotografía es de por sí bastante complejo, intentar que nuestras propuestas puedan, de algún modo, servir de enlace entre reflexión y creación sobre lo fotográfico, seguramente haga que nuestro intento fracase a ojos vista. Y sin embargo, el campo fotográfico se merece dicho intento, pues de forma diferente al cine (donde sólo muy recientemente se ha establecido una vía de doble sentido entre teoría e historia y aún está por establecer el nexo de éstas con la práctica) la fotografía siempre se entendió como un espacio de intersección entre todos los acercamientos y actores posibles 2.

De la fotografía y lo fotográfico


Atrapados en una época donde lo fotográfico pierde terreno ante lo infográfico -la intratable onda-corpúsculo de la luz convertida en procesable bit de información- los últimos fotógrafos buscan insertar su práctica en esta nueva manera de entender y crear el mundo de lo digital, lo hipertextual y lo virtual. Pero dicha inserción no responde esencialmente a una reconversión tecnológica. (coexistirán durante tiempo y por mor del fetichismo las cámaras analógicas y las digitales, así como, por mor de la eficacia, el laboratorio fotográfico ya está entrelazado ineludiblemente con la consola infográfica). Es primordialmente una renovación ideológica, de sus prácticas y objetivos, en la ideología punta de la actualidad. El cambio ideológico no depende entonces, como siempre, del falso determinismo tecnológico que impera en el discurso mediático de la nuevas tecnologías sino de un específico dirigismo ideológico que nos presenta, ahora sí, dicho cambio tecno/ideológico como ineludible.

Los fotógrafos consiguen así rebasar -"a ver si de una vez por todas", dicen- las sempiternas ideas del registro y la referencialidad implícitas a la fotografía en cualquiera de sus variantes tradicionales. Ello les permite pensar -llevan un siglo afirmándolo- su producto como uno más entre otros, sean éstos los de la tradición pictórica o la innovación electrónica. Dicen: "el fotógrafo es un profesional (de la prensa, el estudio o el arte) como cualquier otro y sólo se diferencia de él por los instrumentos de los que dispone para realizar su trabajo... la creatividad está en el autor, no en sus herramientas". Pero al decir esto olvidan que la creación es tanto una cuestión de ideas (plasmadas en la relación forma/contenido) como de materias (con y contra las que se trabaja) y obvian que las tecnologías concretas de creación y recepción de imágenes (gráficas, pictóricas, fotográficas o infográficas) dependen de ideologías, abstractas pero densas, subyacentes a la relación del sujeto con el mundo y sus imágenes.

La rápida y múltiple digitalización de la antigua tecnología química (del Photoshop a la infografía, del "todo automático" al "nada químico") ha provocado una reconsideración ideológica general de los diversos ámbitos fotográficos. La fotografía, por la pregnancia social de sus objetivos y la diversidad cultural de sus ámbitos, se situó a la vanguardia de esta revolución digital. A ello coadyuvó sin duda la lentitud, por parte de las nuevas tecnologías, del abordaje de la imagen en movimiento (cinematográfica, televisiva y videográfica) debido a los límites de velocidad y capacidad de procesamiento. El caso es que la fotografía volvió a ser (como en el primer tercio del siglo XIX) el eje de un cambio tecno-ideológico. Y eso provoca dudas, miedos, pavores. Ante la real o imaginaria muerte de la fotografía el interrogante no debería dirigirse al quién de su ejecución sino al cómo, pues esta muerte tiene todos los visos de un suicidio más que de un asesinato. Y más allá de pensar tontamente en si desaparecerán o no los fotógrafos, lo interesante es saber si en esa muerte viviente (living death) de la fotografía (Lister, 1993), quedará algo de lo fotográfico que denominó y dominó la modernidad en el último siglo y medio.

Por segunda vez hemos dejado colar en este texto un juego de palabras a partir de una oposición -entre la fotografía y lo fotográfico-como si estuviera lo suficientemente definida como para no tener que aclararla. Y en realidad, así es -todo fotógrafo entiende la diferencia- y si volvemos a ella es porque nos permite centrar y desplazar el eje de nuestra reflexión. Algo ocurre en el ámbito terminológico cuando pasamos del sustantivo (fotografía, photo, photography) al adjetivo (fotográfico, photographic image/s) hasta hacer que los dos términos cobren sentidos diferentes 3.

­ La fotografía es (era, hasta la actual digitalización de la toma) una técnica única definida por una tecnología concreta, la imprimación y fijación química de imágenes fijas -fíjense que no menciono la cámara oscura- que a su vez sostiene unas prácticas, concretas aunque diferenciadas (de la fotografía de arte a la de prensa).

­ Lo fotográfico, sin embargo, sufrió, desde finales del siglo XIX, un proceso de expansión hasta convertirse en una cualidad, la captura y registro de emanaciones lumínicas -fíjense, por un lado, que no hablo de imágenes perspectivo-figurativas y, por otro, que dicha cualidad es el origen a su vez de todas las poéticas y teorías fotográficas, del "instante esencial" al "acto fotográfico"- cualidad que la fotografía cede a otras prácticas con tecnologías semejantes o diferentes (cine, televisión, vídeo) cuyo común denominador es, en sus usos dominantes, partir de una toma realizada maquinalmente por el artefacto 4.

Por supuesto, pueden entenderse estos dos términos y enunciados como cuasi-sinónimos, dos maneras de hablar de la misma cosa. Lo fotográfico (registro maquinal de huellas) sería así una idea filosófica superpuesta a la fotografía como materia física (imprimación y fijación química). Pero el carácter expansivo de la fotografía hacia otros medios bajo el concepto de lo fotográfico también nos permite y casi obliga a entender esos dos términos como dos caras no necesariamente indisolubles ni exactamente ajustadas. Por un lado, la faceta técnica y tecnológica (referida a las prácticas y los aparatos) en lo que se llamó fotografía como campo de trabajo. Por otro, la faceta noética e ideológica (referida a las ideas y los usos) aludida en lo fotográfico y, a partir de ahí, expandida a una serie compleja de medios de la modernidad.

Lo audiovisual/real contra lo hipertextual/virtual

No sólo conviene mantener esta diferencia entre principio técnico (la fotografía) y centro noético (lo fotográfico), sino ahondarla y extenderla. A fin de cuentas, se trata de asumir ese papel rector que la fotografía tuvo en el origen y término de una cierta modernidad y pensarlo más allá de su campo estricto. Para ello, sólo tenemos que aceptar y nombrar esa gran idea, tan evidente que parece difícil que aún no lo hayamos usado. Pero es que el término y el concepto de audiovisual resulta ser mucho más escurridizo que el de lo fotográfico. Por un lado, escasamente formalizado como concepto, más allá de aglutinar a una serie de medios de la imagen y el sonido aparecidos en los dos últimos siglos: de la telegrafía y fotografía a la audiovideografía y compugrafía. Por otro, centro incuestionado de la modernidad misma al sostener la supuesta y falsa oposición entre una cultura de las nuevas imágenes (y sonidos) y una cultura de la vieja palabra.

La introducción y asunción de los nuevos conceptos de lo hipermedial y lo virtual tiene una doble consecuencia respecto al concepto de audiovisual. Por un lado, si no lo desplazan, al menos lo relegan a ser una etiqueta, difusa aunque inevitable, cómoda aunque precaria, donde aunar y englobar los ya viejos medios mecánicos y eléctricos y las nuevas tecnologías digitales, creando una ilusión (técnica) de continuidad sobre la que los fotógrafos cabalgan con total impunidad. Por otro, lo historiabilizan, lo convierten en algo del pasado, observable, por tanto, con una cierta distancia, creando una ilusión (noética) de ruptura donde los fotógrafos pueden romper con la tradición. Pues si algo diferencia a lo nuevo de lo viejo en este desarrollo de los instrumentos expreso-comunicativos es el permitir reconocer en lo audiovisual -ahora, que ya es historia- una determinada idea-faro de la modernidad, aquella que basaba su poder en el registro maquinal de las imágenes y sonidos del mundo: de lo foto/fonográfico a lo audio/videográfico. Idea muy distinta a la nueva idea de generación digital por mucho que a veces se asemejen o confundan sus resultados.

Es hora por tanto de historizar lo audiovisual -ponerlo a distancia histórica, hacerlo pensable como algo más que una postura teórica- como esa serie de medios de registro maquinal opuestos a los tradicionales instrumentos de representación manual o a los nuevos medios de generación digital. Se trata de llevar al pensamiento histórico una de las grandes líneas de reflexión teórica del siglo XX en torno a los media, comenzada muy temprana aunque equívocamente por Walter Benjamin. La paradoja del audiovisual es por tanto ésta. Que por un lado existe una raíz teórica donde lo audiovisual es un concepto específico definido sobre todo en lo cinema/fotográfico: la pérdida del aura y la mano liberada (Benjamin), la ontología de la imagen y el más que real (Bazin), el tercer sentido y el punctum (Barthes), el efecto de real (Oudart, Comolli), el acto fotográfico (Dubois), la imagen precaria (Schaeffer/JM), el radical fotográfico (Requena)... Y que, por otro, existe una base histórica positiva donde anudar esa especificidad de diversos medios de la imagen y el sonido, más allá de las precarias definiciones negativas sobre lo que no es: lo verbal, lo pictural, lo teatral. Sin embargo, no se quiso o no se pudo formular histórica e historiográficamente ese carácter específico y diferencial 5.

Medios Audiovisuales son aquellos instrumentos de expresión y comunicación basados en el registro maquinal de sonidos y/o imágenes del mundo, para su conservación en el tiempo o su transmisión en el espacio. El carácter diferencial y específico no es la tekné (técnicas: los instrumentos concretos de operación y las tecnologías a ellos asociados: el pincel, la cámara, el ratón) sino el arché (génesis: la atribución de un sentido a la forma y nexo de creación entre el sujeto, sus discursos/representaciones y el mundo: la acción, la presentación, la representación, el registro, la generación) 6.

El recorrido canónico de los medios audiovisuales sería así el de los usos dominantes establecidos por la fotografía, la fonografía, la telefonía, la cinematografía, la radioteledifusión y la audiovideografía. Son, por tanto, diferentes a otros tipos de creación (anteriores, coetáneos o posteriores) como las instrumentos de representación (de la pintura y la escritura al telégrafo y el procesador de textos) o los instrumentos de generación (de la infografía a los mundos virtuales). Los medios audiovisuales son, por tanto, una parte de la totalidad diacrónica de las formas y prácticas expreso-comunicativas de la humanidad y una parte de la totalidad sincrónica de los fenómenos expreso-comunicativos de nuestra modernidad, totalidad desde la que se concibe nuestra era como la de la comunicación. De ahí que, junto al concepto de medios audiovisuales debamos anotar, como mínimo, las telecomunicaciones y los medios de masas como los tres ejes fundamentales de la época, con el nada casual caso ejemplar de la radio y televisión como intersección de los tres campos mediáticos.

La fotografía, otra vez, pero ¿hasta cuándo?

¿Para qué sirve el salto que hemos dado entre fotografía y medios audiovisuales? ¿Para qué el mantenimiento de la idea del registro maquinal como base de un más o menos indefinido concepto de lo fotográfico y un aquí redefinido concepto de lo audiovisual? Como mínimo, debiera hacer recapacitar a los fotógrafos sobre ese rechazo que siempre les ha inspirado la idea de una máquina que toma por sí sola imágenes, rechazo que está en gran parte de la entrega posmoderna de la fotografía a las nuevas técnicas, noéticas y prácticas digitales. Afirmar que el centro noético de la fotografía y el audiovisual es el registro maquinal no implica ningún juicio sobre el papel del autor en la obra (supuestamente disminuido por el principio técnico que rige su trabajo). Dicho de otro modo, las prácticas construyen estéticas concretas a partir del cruce de noéticas y técnicas diversas. El devenir de la fotografía ha estado esencialmente pegado a esa idea del registro y la referencialidad, incluso cuando parece negarlo (en la fotografía espiritista o en el fotomontaje). Un vistazo al cine muestra claramente hasta que punto una práctica y estética puede construirse en contra de su aparato e idea de base. El cine quedó definido, a partir de la segunda década del siglo, como una fábrica de sueños y una factoría de ficciones (aunque pensemos que su gran poder onírico o ficcional depende de forma estrecha de la máquina de registro sobre la que se construye).

A veces -escuchando a los fotógrafos- pareciera que lo que persiguen es descubrir esa segunda piel -o sea, una máscara- de la que el cinematógrafo se dotó en la segunda década del siglo XX. Y, sin embargo, es precisamente la historia de la fotografía la que nos impide caer en la tentación de pensar que esta salvaje reducción sea posible. No porque no haya prácticas fotográficas dirigidas en ese sentido (paradójicamente, la foto de prensa o de publicidad son un buen ejemplo) sino precisamente por la riqueza de las prácticas fotográficas en sí. La fotografía ha tenido siempre una porosidad social y diversidad cultural que le ha sido negada al cine. Sólo un gran dirigismo ideológico -siempre disfrazado de determinismo tecnológico- sería capaz no de hacer caer a cierta fotografía en el rechazo de lo fotográfico sino de reducir toda la fotografía a ese rechazo.

Caída y reducción que sin embargo ya pueden nombrarse. De la autorreflexividad del ámbito documental a la foto construida del ámbito artístico, no parece muy exagerado plantear cómo la fotografía ha entrado en un cuarta fase en la forma en que piensa su relación respecto al mundo . Cuarta fase respecto a las tres propuestas por Dubois (1983) sobre las posiciones históricas de la cultura ante el mal llamado "realismo fotográfico" (la fotografía y su relación con lo real): el espejo (el icono y la semejanza); la transformación (el símbolo y la convención); la huella (el índex y la referencia). Si uno se libera del ternario esquema peirciano que está en el origen de dicha periodización, no es excesivamente complicado pensar en una cuarta fase donde la fotografía sería una pantalla de simulación de lo real, pantalla desde la que pensar y dar el propio trabajo como un hacerse ante el espectador, o desde la que crear y generar mundos fotográficos salidos de la más pura imaginación y vueltos de espaldas a toda realidad.

Ahora bien, si uno observa atentamente estas cuatro posiciones se percata de que más allá de constituir una línea evolutiva son un bucle involutivo movido por vaivenes. De la foto espejo (donde la imagen es simple reflejo del mundo) pasamos a la foto código (donde la imagen es complejo signo en el mundo) y de ésta, por reacción, a la foto huella, donde la mirada explora aquella realidad especular para encontrar en ella una huella de lo real intratable. La última fase, la foto pantalla (autorreflexividad, ficcionalidad, narratividad...) es, a un tiempo: reacción contra la foto huella (lo real es aquello de lo que la sensibilidad posmoderna no quiere saber nada), profundización en la foto código (lo visual es una construcción semiótica de cabo a rabo) y reverso de la foto espejo (pues los mundos generados ya no son los tomados de la realidad sino los creados por el sujeto). Volveríamos así al punto de origen, al cierre, gracias a los instrumentos infográficos, de la discusión entre fotografía y pintura. ¿Valía la pena?

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1 Y de paso, ésta es la diferencia entre nuestra época y el manierismo con el que tantas veces se identifica. Allí y entonces estas estructuras eran tema y contenido; aquí y ahora, son también enfoque y forma. Ellos veían (querían ver) un mundo en descomposición y recomposición perpetua. Nosotros vemos (no podemos dejar de ver) deconstructivamente un mundo en continua re/descomposición. Somos, si seguimos la lógica de lo que aquí proponemos, manieristas, pero también manieristas respecto al manierismo... y operación semejante podría hacerse con lo primitivo, lo antiguo, lo clásico, lo moderno... el renacimiento, el barroco, el romanticismo...

2 La fotografía fue definida históricamente por la tensión de un doble movimiento: de unificación bajo una simple técnica (surgida en el primer tercio del siglo XIX), de disgregación sobre unas complejas prácticas (consolidadas en la época del mismo nacimiento del cine: científica, periodística, artístico, profesional, familiar). Toda historiografía fotográfica asume esa tensión y, aunque a veces se centre en la práctica artística, nunca pierde de vista el marco global de referencia, de los clásicos Newhall y Beaumont a los modernos Lemagny o Rouillé y aunque esta tensión le parezca un problema a Durand (1995) en su sugerente pero muy equívoco "ensayo sobre las condiciones de una historia de las formas fotográficas". La fotografía no es un fenómeno histórico más complejo y diverso que el cine; simplemente no fue sometida al mismo tipo de reducción que la ejecutada sobre el cine, a partir de la intercalación -entre el teleteatro de Le Bargy (1908: el Asesinato del Duque de Guisa) y la telenovela de Griffith (1915: el Nacimiento de una Nación)- del encumbramiento del cine como summa y síntesis de las artes (Canudo, 1911). Mientras que la fotografía nunca ha dejado de ser históricamente un fenómeno a un tiempo sencillo y complejo (de la técnica única a los usos múltiples), el cine, sin embargo, nunca ha podido escapar de la condena que supuso nombrarla como la séptima y última de las artes. Condena literal pues, al mismo tiempo, borró o subyugó histórica e historiográficamente toda una serie de prácticas alternativas y encumbró como horizonte inalcanzable de su objeto algo que sólo precaria y colateralmente sería conseguido (pues junto a la definición del arte aparecería inmediatamente la afirmación de la industria que reduciría todo a una cuestión de fábrica de sueños).

3 Un buen ejemplo de esta desviación es la obra colectiva "la Imagen Fotográfica en la Cultura Digital" (Lister, 1995; edición española de 1997), que a partir de la interrogación sobre la muerte de la fotografía, se centra en las consecuencias para el paradigma fotográfico de su introducción en el entorno de las nuevas tecnologías. Sólo cuatro de los once trabajos están dedicados a la fotografía en sus diversas prácticas; el resto lo componen estudios sobre otras viejas y nuevas tecnologías (del cómic al vídeo vigilancia), discutibles bajo el concepto expansivo de lo fotográfico pero no, evidentemente, en el ya de por sí amplio concepto de fotografía.

4 Usos dominantes: aquellos que definen un medio en lo que es ideológicamente, sean cuales sean las posibilidades tecnológicas del aparato de base. Y a partir de aquí uno puede hacerse los repasos e interrogantes que convengan. Por ejemplo, ¿hasta qué punto la cámara oscura pertenece a la definición tecnológica o ideológica de la fotografía, cuando desde el principio está claro que lo que la define es la química y no la óptica y, sin embargo, y a pesar de todos los momentos que uno quiera señalar (de los dibujos fotogénicos de Talbot a los fotogramas de vanguardia) la óptica acaba siempre por superponerse a la química: la cámara oscura a la emulsión plateada? Por ejemplo, ¿hasta qué punto las vanguardias (fotográficas y cinematográficas) escapan a esta definición de uso dominante, cuando muy poca de esa vanguardia niega el hecho de la toma aunque sí bastante el de la perspectiva y, al mismo tiempo, el origen del ars electrónica se sitúa, antes de lo digital, en la simple manipulación de la señales televisivas sin referente alguno en la realidad?

5 En su ausencia, su historia se transformó en una manera más de llamar a las formas y prácticas de comunicación propios de nuestra época, aunque se realizará una equívoca acotación sobre aquellos definidos por unas determinadas nuevas tecnologías. La tecnofascinación que se oculta bajo el concepto de medio -en esa falsa identificación entre tecnología y modernidad escondida en el paso de la mecanización al maquinismo, de las herramientas como extensiones a las máquinas como sustitutas del hombre- impide ver el proceso de continuidad y ruptura respecto a otras formas y prácticas expreso-comunicativas, antiguas y actuales. Hay que reconocer en este caso la pertinencia de la tradición anglófona pues la lenta sustitución del problemático término de Mass-Media -tan parcial y esquivo como el nuestro de Medios Audiovisuales- por el más genérico de Media le ha permitido dar el radical salto (histórico y teórico) de lo medial (mediático) a lo hipermedial.

6 Es precisamente este juego de las técnicas y las génesis el que debe explorar la historiografía. En el modo en que cada época define un paradigma propio que no elimina sino que filtra las creaciones de paradigmas anteriores. En las relaciones -para la idea de registro, por ejemplo- entre artefactos de dibujo renacentistas, perspectógrafos y fisionotrazos románticos, la invención de la fotografía, la academicista pintura de historia y la decimonónica quiebra del realismo en la doble vía del impresionismo y del simbolismo. O en el modo en que determinadas pulsiones ocultas se desarrollan en cada época, con el caso ejemplar de la evolución de aquello que parece horadar el eje de cada paradigma ideológico: el trampantojo pictórico y la trápala fantasmagórica (en la representación), el retoque y truco fotográfico (en el registro) y el timo y la trampa infográfica (en la generación). Pero, claro está, todo esto es la historia que hay que contar desde los determinados presupuestos teóricos e historiográficos que aquí se proponen.

Luis Alonso García

La naturaleza desnuda de la fotografía

Jaime Munárriz

RESUMEN: El autor plantea la necesidad de una revisión de la naturaleza de la
fotografía, a la luz de los nuevos sistemas digitales. Al mismo tiempo, la
coexistencia de la fotografía con otras imágenes de génesis diferente, dentro
del medio digital, necesita una ordenación de las distintas categorías de
imagen digital.

PALABRAS CLAVE: Fotografía, naturaleza, digital, categorías.
Cuando reflexionamos acerca de la naturaleza de la fotografía solemos
asociarla siempre a su componente químico fundamental, las sales de plata.
Nos parece que la fotografía existe sólo en y por los granos de haluros de plata
que forman la imagen al oscurecerse bajo la acción de la luz. Dado que la
imagen se forma en esos granos, no podemos separarla de ellos. En
consecuencia, tendemos a asociar ese mecanismo químico de captura de la
luz con la esencia misma del proceso fotográfico.
En los últimos años el vertiginoso desarrollo de las tecnologías informáticas ha
empezado a introducirnos a un nuevo tipo de imágenes, con características
propias muy diferentes de las imágenes fotográficas tradicionales.
Paulatinamente, algo que parecía imposible en un principio, comienza a
parecer una realidad casi segura: los ordenadores pueden ofrecer imágenes
con una calidad tan alta como los métodos fotográficos tradicionales.
Estas imágenes digitales pueden sorprendernos por su calidad, pero todo el
mundo, y especialmente los profesionales del medio fotográfico, acostumbran
a discriminarlas inmediatamente como imágenes de una naturaleza muy
diferente. Tanto si las contemplamos en un monitor como impresas sobre papel,
queda claro que son imágenes nacidas de un proceso absolutamente distinto
al fotográfico. El motivo principal para esta discriminación es el aspecto que les
aporta su componente estructural, el grano o formante de la imagen. Las
imágenes digitales no tienen grano como las imágenes fotográficas. En su lugar
están compuestas por una retícula regular de cuadrados que, a modo de
mosaico cada uno con un color diferente, forman la imagen cuando los
contemplamos desde la distancia adecuada. Es decir, las imágenes digitales
en vez de formarse mediante el grano se forman mediante pixels.
(fig.1) Aspecto del pixel.
La diferencia en el elemento formante de la imagen es una diferencia radical,
pues ya que la imagen se forma mediante ese formante su aspecto es una
consecuencia directa del que ese formante puede proporcionar. Aspectos
absolutamente opuestos: el grano fotográfico es irregular en forma y tamaño,
con corpúsculos redondeados o en forma de judía que cubren el espacio con
aleatoriedad, mientras que los pixels son cuadrados, regulares y absolutamente
iguales. Las imágenes formadas por el grano argénteo adquieren una calidad
especial, una textura muy rica visualmente que se añade a la imagen misma.
Las imágenes formadas mediante pixels adquieren el carácter de su trama fría
y matemática, la textura regular y sus cuadrados de color liso. En el caso de las
imágenes argénteas podemos aprovechar ese grano para conseguir
determinadas calidades. En el caso de las imágenes digitales lo mejor que
podemos hacer es reducir el tamaño de esos pixels hasta conseguir que sean
tan pequeños que dejen de apreciarse, de forma que la imagen no se vea
alterada por su estructura.
Grano y pixel son pues dos formantes de la imagen de naturaleza opuesta.
Orgánico frente a regular, cálido frente a frío, desordenado frente a repetible,
son conceptos opuestos que se enfrentan en cada una de sus características.
Las imágenes que forman cada uno de ellos se embeben en esas
características, adquiriendo el carácter de su formante. Imágenes argénteas y
digitales tienen, por tanto, un aspecto muy distinto, como consecuencia del
elemento formante.
(fig. 2) Aspecto del grano frente al del pixel.
Dado el aspecto tan distinto de ambas imágenes, es lógico que se considere
que son de tipos diferentes. De ahí se deduce que las imágenes digitales no son
imágenes fotográficas. Es decir, sí, se admite que pueden provenir de una
cámara semejante a la fotográfica –aunque, en realidad casi se parece más a
una cámara de vídeo- aunque todo lo demás es distinto, puesto que no
atraviesan el laboratorio y sus procesados. Además, muchas veces se
contemplan en un monitor y no sobre papel y, para colmo, se pueden
manipular hasta el infinito sin ninguna degradación. En fin, que no, que son
imágenes de una naturaleza muy distinta, que no son fotografías. Las
fotografías utilizan película, se revelan y se positivan. Las otras imágenes son
algo parecido, pero desde luego no son fotográficas. Posiblemente se trate de
un nuevo tipo de imágenes todavía no muy bien analizado, pero no son
fotografías.
Estos razonamientos son bastante lógicos y el sentido común parece llevarnos a
sus mismas conclusiones. Pero, al mismo tiempo, una duda persiste. Nos damos
cuenta de que hay algo en el proceso que es absolutamente idéntico. Una
persona toma una cámara, con ella mira al mundo y decide capturar una
imagen en un momento dado. El proceso es igual en ambos casos. Por lo tanto,
hay algo común a los dos sistemas, algo que los hermana.
El nacimiento de las imágenes digitales despierta serias inquietudes sobre
algunas cuestiones que ya creíamos solventadas. Está poniendo en duda la
esencia misma de la naturaleza de la fotografía. Al enfrentarnos a estas nuevas
imágenes, a sus semejanzas y diferencias con las fotografías tradicionales,
tenemos que remontarnos a la esencia de lo fotográfico para tratar de resolver
los interrogantes. Estas imágenes digitales tienen, por tanto, un incuestionable
valor, más allá de sus logros técnicos o plásticos: sirven para que avancemos en
nuestro conocimiento sobre el hecho fotográfico mismo. Son disparadores de
reflexiones sobre la propia naturaleza de la fotografía.
Esencia del proceso fotográfico
El enfrentamiento entre ambos sistemas de captura de imágenes nos puede
llevar a redescubrir la esencia de lo fotográfico, alertándonos sobre algunos
hechos que no nos planteábamos, por su absoluta evidencia, y al mismo
tiempo cuestionando algunas afirmaciones comunes. Si tratamos de analizar la
fotografía prescindiendo de detalles prácticos concretos, nos encontramos con
que la esencia del proceso está en la captura de un instante visual, mediante
la cámara, sobre un soporte físico que permitirá su almacenamiento y
posteriormente portará una imagen bidimensional semejante a la que emitía la
escena. Cada uno de estos elementos del proceso está aportando alguna de
las características principales de la fotografía: el corte temporal del momento
de captura, la formación de la imagen mediante la luz que emana de la
escena, la perspectiva de la cámara oscura junto con las alteraciones que
introducen las lentes, la bidimensionalidad del soporte y las características de
éste que se sumarán a la imagen final: material, textura, características de su
formante, etc. Estos son elementos primordiales en la estructura de lo
fotográfico que definen sus características específicas como medio y lo
diferencian de otros medios próximos en alguna de sus fases.
La fotografía está definida por estos componentes. Otros elementos que
anteriormente podían parecer fundamentales aparecen ahora como casos
concretos de alguna de las fotografías posibles. La fotografía sobre sales de
plata, la más desarrollada por la industria y el uso social, es sólo uno de los
posibles tipos de fotografía. Junto a ella tenemos todos los procedimientos
antiguos en desuso y ahora la fotografía digital. Además podemos imaginar
otros tipos de fotografía todavía no inventados físicamente, como por ejemplo
una fotografía sobre plasma que recogiera la luz de forma electrónica pero en
un continuo, sin una reticulación como la que imponen los pixels en la
fotografía electrónica actual.
La fotografía es un gran sistema de creación de imágenes que puede
subdividirse en grandes familias de subsistemas que utilizan mecanismos internos
diferenciados. La fotografía argéntea es uno de estos subsistemas, así como la
fotografía digital es otro de ellos. La primacía contemporánea de la fotografía
argéntea no debe hacernos perder el sentido de la globalidad, contemplando
todos los casos posibles, percibiendo semejanzas y resaltando diferencias.
Ambos subsistemas fotográficos comparten aquello que es más importante en
lo fotográfico, difiriendo sólo en las particularidades físicas que hacen posible la
captura sobre uno u otro soporte. El uso de la cámara con lentes para capturar
la luz, la duración temporal acotada de esa captura, la bidimensionalidad de
la imagen registrada son los factores esenciales en el proceso fotográfico. El
mecanismo físico que permite esa captura, las particularidades mecánicas de
su construcción, son los elementos diferenciadores de cada caso concreto.
La alteración del soporte que registra la imagen fotográfica no altera
fundamentalmente el proceso, no anula su condición de sistema fotográfico
(aunque sí puede alterar el aspecto de estas imágenes). Nos lleva hacia uno u
otro de los casos de fotografía posibles, así como el uso de lápiz, pluma o
bolígrafo no aleja una imagen del campo del dibujo. Se trata de
procedimientos específicos, todos ellos dentro del ámbito de lo fotográfico.
La alteración del resto de los factores que hemos defendido como esenciales
sin embargo sí tiene que alejarnos de lo fotográfico, pues, en caso contrario, no
serían realmente aspectos esenciales. Si prescindimos de la cámara tendremos
fotogramas, rayogramas, quimigramas, fotocopias o imágenes escaneadas.
Todas estas imágenes son producidas por la fotosensibilidad de algunos
materiales y su exposición a la luz. Sin embargo, el hecho de no utilizar la
cámara oscura los convierte en imágenes no fotográficas. Son imágenes
formadas por la luz, pero no fotografías. Incluso las imágenes fotográficas
formadas en la cámara estenopéica, consistente en una cámara obscura que
no utiliza lentes para construir la imagen, sino sólo un pequeño orificio, se
constituyen como un caso de fotografía claramente diferenciado de las
obtenidas mediante cámara con lentes. La estenopéica mantiene en sus
imágenes una relación biunívoca entre sus puntos y los de la escena. Las lentes
rompen esa biunicidad introduciendo el elemento de enfoque/desenfoque.
Registros estenopéicos e imágenes formadas mediante lentes difieren, por
tanto, en un rasgo esencial absolutamente diferenciador. Este hecho separa a
las estenopéicas de las imágenes fotográficas obtenidas mediante la cámara
con lentes. Preferiremos considerarlas como protofotografías, un antecesor más
rudimentario que cuenta con casi todos los elementos de lo fotográfico, pero
que carece de uno de ellos, lo que constituye su diferencia.
(fig 4) Lumograma, digitograma, estenopéica.
La fotografía digital
Las imágenes fotográficas digitales parecen constituirse en otro tipo de
imágenes por diversos motivos. Ya hemos analizado la diferencia en el
procedimiento que suponen. Frente a la emulsión de sales de plata utilizan una
rejilla de sensores que modifica la electricidad con la acción de la luz. El
soporte de la imagen es absolutamente distinto al tradicional: frente al grano
irregular de las sales aparece una trama perfectamente regular de puntos
cuadrados. En lugar de almacenarse la información en forma de procesos
químicos se almacena como electricidad. En vez de almacenarse la
información con valores continuos se almacena con valores discretos,
reduciendo la riqueza de la información. Son todos factores que diferencian
notablemente ambos sistemas, pero recordamos que sólo se diferencian en la
fase de almacenamiento de la información, en lo concerniente al soporte y su
capacidad para recoger y almacenar esa información.
Otros factores que complican la apreciación de la fotografía digital son la
convivencia sobre un mismo medio de imágenes de procedencias muy
diversas con el mismo formato, así como las posibilidades ilimitadas de
manipulación que éste ofrece. Esto no tiene equivalente en el medio
tradicional, donde sólo encontramos imágenes fotográficas sobre los soportes
fotográficos.
(fig 5) Distintos tipos de imagen digital.
Las fotografías digitales se convierten al introducirse en alguno de los
dispositivos de almacenamiento de los sistemas preparados para trabajar con
ellas en imágenes digitales tipo bitmap, formadas por pixels. Se almacenan en
alguno de los numerosos formatos de fichero preparados para este tipo de
información (TIFF, JPEG, GIF, PCX, PCD, PSD, TGA…). Como tales imágenes
digitales conviven con muchas otras que tienen un origen muy diferente. El
medio de almacenamiento las homogeneiza. Sin embargo, no tenemos que
olvidar la especificidad de cada una, que proviene de los mecanismos que la
gestaron. Aunque pueden convivir en un formato homogeneizador, no por ello
devienen imágenes de la misma naturaleza. Simplemente comparten algunas
características, pero no pierden su naturaleza esencial, la relación con su
proceso de gestación.
Por tanto, tenemos que diferenciar los tipos posibles de imagen digital para
comprender el lugar de las fotografías digitales y su relación con los otros tipos
existentes.
Tipos de imagen digital
1. Imagen generada mediante algoritmos
En este caso, la imagen es generada mediante fórmulas matemáticas
que dibujan una imagen que refleja las relaciones abstractas como
formas y colores. El operario que produce la imagen se limita a decidir
sobre la fórmula en cuestión, el rango de valores que quiere reproducir,
así como la correspondencia gráfica con formas y colores. La imagen se
construye de forma automática. Casos simples son representaciones de
fórmulas como el seno o el coseno. Más complejas las imágenes de
fórmulas fractales.
(fig 6) Imágenes fractales generadas mediante algoritmos.
2. Imagen pintada sobre pantalla
En este caso el operador utiliza algún tipo de dispositivo para dibujar una
imagen de forma similar a como se realiza con procedimientos
tradicionales como lápices o pinceles. Con un ratón o tableta
digitalizadora se construye la imagen gesto a gesto, mediante
herramientas virtuales que simulan las tradicionales o inventan otras
nuevas. La imagen se construye de forma secuencial, con un proceso de
interacción y realimentación que posibilita la reflexión en cada paso del
creador y su especial relación con la imagen que va conformando. En
esto el proceso es idéntico a los tradicionales, por supuesto, aunque se
distinguen por las peculiaridades de este medio que permite
correcciones infinitas sin degradación del soporte, y que ofrece una
abstracción de la información que no depende de materiales físicos
concretos para obtener los distintos efectos.
(fig 7) Imagen digital dibujada a mano.
3. Imagen en 3D
El operador construye una escena virtual con objetos, luces y cámaras.
Posteriormente se genera una imagen bidimensional que responde a una
fotografía virtual de la escena construida. El proceso de modelado es
semejante a la escultura o arquitectura tradicionales. La iluminación y
colocación de la cámara son semejantes a la fotografía tradicional. La
imagen final se genera de forma automática, según la disposición de los
elementos escogidos. Son imágenes, por tanto, que tienen algunos de los
componentes de las imágenes construidas manualmente, en un proceso
de actos y reflexiones secuenciales y al mismo tiempo algunos de los
componentes de la fotografía, ya que se gestan en una cámara virtual.
Es destacable que el software existente trabaja de un modo similar a las
cámaras estenopéicas, y sólo simula las lentes mediante procesos
añadidos, posteriores a la toma.
(fig 8) Imagen 3D.
4. Imagen fotográfica
Las imágenes se forman en una cámara oscura armada con lentes. La
superficie fotosensible convierte la luz entrante en información eléctrica.
Esta superficie está construida mediante una retícula de cuadrados
regulares que le dan esa uniformidad propia de la imagen digital.
Otro caso posible sería el de las fotografías tradicionales que se
digitalizan para su almacenamiento o manipulación en el ámbito digital.
En este caso, nos encontramos con un tipo mixto de imágenes, y que
contiene, por tanto, componentes de ambos sistemas. Por un lado, las
características de la imagen fotográfica convencional. Por otro, las de la
imagen digital.
(fig 9) Imagen fotográfica digital.
5. Imágenes mixtas
El hecho de convivir en el mismo soporte hace que resulte muy sencillo
combinar imágenes de distinta procedencia. Podemos incluir fotografías
dentro de escenas en 3D, como fondos o texturas, podemos dibujar
sobre fotografías, o podemos hacer collage con distintos tipos de estas
imágenes. En cada caso nos encontraremos con imágenes con
características híbridas entre uno y otro sistema, con mayor o menor
cantidad de componentes de cada uno según sea la cantidad de
imagen que se mantenga de cada tipo.
(fig 10) Imagen híbrida digital.
En el ámbito de las imágenes digitales, conviven imágenes de distintas
procedencias que conservan sus componentes esenciales aunque se
homogeneicen en el soporte digital. La fotografía digital es un procedimiento
de este tipo. Aunque su aspecto y características sean semejantes a los de otro
tipo de imágenes, y la combinación con esas otras imágenes sea
extremadamente fácil, no podemos olvidar su especificidad. Una imagen
fotográfica es siempre fotográfica, hasta que diversas manipulaciones puedan
convertirla en otra cosa. Una imagen fotográfica digital sigue siendo fotografía,
aunque se haya convertido en imagen digital. Sólo perderá su naturaleza
fotográfica si comenzamos a manipularla convirtiéndola en otra cosa, como
por ejemplo una fotografía pintada, es decir, una imagen híbrida del último tipo
que hemos analizado.
(fig 11) Fotografía pintada.
Facilidad de manipulación de la imagen digital
Existe otro factor que parece diferenciar a las imágenes fotográficas digitales
de las imágenes fotográficas tradicionales. Al haberse convertido en imagen
digital, puede ser manipulada hasta el infinito sin que esto suponga una
degradación evidente de la calidad de la imagen. En la fotografía tradicional
esto es imposible, ya que cada paso en la manipulación implica unos procesos
físicos que van alterando el soporte mismo de la imagen, con una degradación
parásita muy alta, que puede añadir grandes dosis de ruido a la información
original.
En el ámbito digital, la información puede manejarse con independencia del
soporte que la porta, trasmitiéndose y manipulándose sin pérdidas innecesarias.
Esto nos permite manipular la información de forma absoluta, alterando el valor
de cada uno de los puntos de la imagen a nuestra voluntad. Este hecho ha
despertado grandes suspicacias en el ámbito de la fotografía digital,
fundamentalmente porque parece terminar con el supuesto verismo de la
fotografía tradicional. Una fotografía digital puede alterarse sin que el medio
delate las manipulaciones. Por tanto, su capacidad de reflejar la realidad
como una prueba es cuestionada gravemente.
(fig 12) Fotografía manipulada.
Por supuesto que esa capacidad ya era cuestionada muy seriamente antes de
la aparición de la fotografía digital. De todos es conocida la habitual
manipulación de la fotografía de reportaje, que construye habitualmente
escenas que sólo existen por y para la cámara que las creó, por consiguiente,
falsificaciones o simulaciones. Incluso en el laboratorio es habitual el recurrir a
montajes, tapados o sobreexposiciones que modifiquen la imagen a
conveniencia del fotógrafo. Pero hay que destacar, sobre todo, que la
fotografía siempre supone una intervención, un posicionamiento, una actitud y
unas decisiones que conformarán finalmente una imagen. La fotografía no es
verdad, siempre es una construcción deliberada por parte del fotógrafo.
La manipulabilidad de la imagen digital quizás sea una bendición que nos
permita reafirmar el carácter subjetivo de la fotografía, su carácter de medio
que crea imágenes utilizando la luz y ciertos artificios, pero siempre imágenes
creadas por el fotógrafo desde sus decisiones, su posicionamiento y su
intención.
Conclusiones
Podemos concluir destacando que la fotografía digital es fotografía, y que su
aparición ha puesto en evidencia las características más esenciales de ese
medio de construcción de imágenes que denominamos fotografía. Podemos
hablar, por tanto, de distintos tipos de fotografía, atendiendo a su
procedimiento: químico, digital, de plasma...
Tenemos que destacar asimismo a la fotografía digital como uno de los casos
posibles de imagen digital. De este modo, queda puesta en evidencia su doble
naturaleza: por un lado, su carácter fotográfico, en cuanto al modo en que se
forma la imagen (partiendo de la luz reflejada en una escena real y utilizando
la cámara óptica), y, por otro, su carácter de imagen formada por pixels,
infinitamente manipulable y combinable con otros tipos de imagen de
naturaleza digital.
© de las imágenes y del texto: Jaime Munárriz.
Jaime Munárriz